Pablo Orleans -18/07/2011- La inmensidad de las montañas pirenaicas recibía a los miles de visitantes que llegábamos hasta el Valle de Tena, primer accidente geográfico que acoge el nacimiento del "libre" y bravo Gállego aragonés. Pirineos Sur esperaba, expectante y ajeno al mismo tiempo, la primera gran oleada de gentes de aquí y de allá, diversas culturas anexionadas por un universo común llamado música. Y en este caso, el por muchos desconocido y agradable descubrimiento de Depedro daba el pistoletazo de salida a una noche mágica sobre las apacibles aguas del pantano de Lanuza.
Las nubes cubrían un cielo amenazante mientras la noche caía y los largos ríos humanos avanzaban con calma segura por la estrecha carretera que llevaba hasta el concierto flotante, hasta ese escenario suspendido sobre el agua, hasta ese anfiteatro mágico arropado por las montañas pirenaicas a todos lados. Los madrileños, con Jairo Zavala al frente, se plantaron con gusto y buena música para ofrecer un repertorio sorprendente a un respetable testigo del descubrimiento de una de las potencias emergentes de la música española. El término de una actuación sublime daba paso al tiburón de la noche, al nombre propio casi del festival. Andrés Calamaro aparecía tras un cuarto de hora de rigor excelente para evacuar la cerveza y volver a la localidad antes de que atronase con Alta Suciedad y diese comienzo a hora y media de recuerdos y canciones prohibidas, de regresos a épocas de Rodriguez y a culminar con dos clásicos esperados y prácticamente obligados en todos los conciertos de 'El Salmón'. Un espectáculo brillante que no acabó de llegar a los menos calamarianos pero que gustó a quienes le seguimos desde sus primeros pasos en España y conocemos su obra argentina con 'Los Abuelos'.
La banda, compuesta por los fijos en los últimos años y con Candy Caramelo en bajo y José Bruno "El Niño" en la batería, ofrecieron un ejemplo de música en directo impresionante y al alcance de muy pocos. Los miles que nos acercamos hasta la orilla del pantano de Lanuza disfrutamos de la magia de Pirineos Sur, del ambientazo de una noche inmensa en la que Depedro primero y Andrés Calamaro en segunda instancia hicieron vibrar a los amantes de la buena música, esa música que gracias a aquellos que se empeñan en seguir el camino de la excelencia consiguen que muchos otros sigamos inertes a los ojos de los que se empeñan en fastidiarla (sin querer).
Pdt.: Andrés fue noticia en las últimas semanas. Su 'adicción' a los toros y su defensa a ultranza hacia los indefendibles de la SGAE, Calamaro volvió a mostrar algunas debilidades que, ni mucho menos, manchan su grandísimo talento ni esconden la genialidad que siempre ha mostrado. Me quedo con el artista.
Imagen | Noticiasdenavarra
No estuve en el concierto, pero normalmente, en conciertos de Sabina, por ejemplo, se suele echar en falta más repertorio "menos" conocido, a saber, MENOS comercial, y por ello, Sabina es criticado muchas veces. Así que me alegro que Don Andrés cante para su parroquia y no para llenar de sonrisas las caras de sus oyentes comerciales. En cuanto a su 'adicción' a los toros; es como el concierto que dio en el Estadio Obras en 2005 "Made in Argentina" cuando explicó Media verónica... A él le gustan los toros, y en Argentina se come mucha carne de toro... Nadie puede cuestionar su talento y promiscuidad como cantante y compositos por no compartir una afición (que no adicción) a un espectáculo, considerado por muchos como "Fiesta Nacional". Y en cuanto a la SGAE... si quiere defenderla, sus razones tendrá. Antes de criticarlo por defender lo indefendible, quizás habría que preguntarle (y no es seguro que contestase) el porqué de esa defensa a ultranza.
ResponderEliminarSaludos. :)