Titã, otra víctima de la maldad humana

Pablo Orleans -12/12/2011- Sigue pasando a diario. Raro es el día que no recibimos algún tipo de noticia al respecto. Rara la vez que no se me revuelve el estómago por ello. Ahora no ha ocurrido en España, sino en Brasil, pero la distancia no aleja el desconcierto y la rabia. Desconcierto por la incomprensible cantidad de almas desaprensivas, mentes retorcidas y sujetos deshumanizados que campan libremente por nuestro planeta. No importa la raza, no importa el color. No importa el continente ni la clase social o cultural. No importa en qué idioma hablen o cuál sea su religión. El hijoputismo está visible en cualquier lugar. 

  

En estos casos, esta corriente viene acompañada de un alto grado de cobardía. Cobardía por maltratar, cobardía por abandonar, cobardía por matar. Cobardía por jugar a ser Dios con aquéllos que nada pueden hacer para defenderse. Cobardía por sentirse mejor al pagar sus frustraciones humanas con los que siempre juran lealtad sin peros. Como digo, ha ocurrido en Brasil, pero podría estar ocurriendo en España, EE.UU., Somalia, Japón o Australia. Y, lamentablemente, estará ocurriendo. 

En este caso la víctima se llama Titã (Titán, traducido al español), un perrito de cuatro meses que fue encontrado en estado grave tras haber sido maltratado por su dueño, que lo enterró vivo. El cachorro, que estuvo 12 horas sepultado, lucha ahora (con el apoyo de medio mundo) por sobrevivir a tal barbarie e intentar vivir de nuevo con una nueva familia. El cachorro, que se aferra a la vida tras haber recibido una transfusión de sangre el pasado sábado, también tiene problemas en uno de sus ojos aunque todavía no se sabe si será operado. Por lo demás, las últimas noticias parecen alentadoras ya que Titã come mejor y empieza a caminar.

La verdadera ignorancia se suma a los actos de repulsa contra cualquier acto de violencia animal y luchará firmemente, dentro de sus posibilidades de difusión y concienciación, contra un tema en el que todavía nos queda mucho por aprender y conseguir a estas alturas de película. No podemos consentir que en el siglo XXI nos comportemos como auténticos paleolíticos, si no peor. Hay que dar un giro a nuestra mentalidad y proteger a aquellos que no pueden hacer nada por defenderse. Es hora de demostrar que existe algo bueno dentro de nosotros.

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