Los amantes del séptimo arte –o cine, como se le conoce en los mega-aledaños de este mini mundo- defenderán a ultranza los grandes clásicos que iniciaron un oficio que ahora realiza superproducciones multimillonarias y un sinfín de oportunidades para el espectador. Aún así, y a pesar de lo que ‘pedriquen’ la gentecilla afín a Hollywood, he pensado, pienso y pensaré que los arcaicos y obsoletos westerns de innumerables planos americanos con enfoque en pistolera y primeros planos enfocando la cara del señor Wayne (por poner un ejemplo) son un verdadero y auténtico tostón. Para muestra un botón:
Mientras cenaba el otro día en casa, con mis padres, un plato de ensalada y pescado rebozado “con unas gotitas de limón exprimido”, a mi madre se le ocurrió ponerse a rebuscar (¡CON UN MANDO A DISTANCIA!) en el increíble mundo de los canales TDT un film para amenizar la noche del jueves. Entre series, programas de entretenimiento y fútbol de la liga europea, por fin encontró algo que hizo que sus ojos brillaran con luz propia al tiempo que los míos se cerraban sabiendo la que se venía encima. En un recóndito canal regional anunciaban un peliculón…de los años cincuenta. Misión de audaces, el nuevo éxito de John Wayne, ese señor que sólo hacía películas en desiertos, sobre caballos y con un sombrero encima…¡venía a continuación! Qué ilusión…
Cené el pescado y, sin postre, me retiré a jugar un rato a la play (videoconsola, para los quintos de mis padres). Al cabo de una hora corriendo como un loco por un montón de campos de fútbol volví para ver cómo estaba de interesante la peli esa de estreno. Pues para mi ‘sorpresa’ (en realidad estaba cantado), la sinfonía que escuchaba conforme llegaba al salón no era, ni de lejos, la BSO de ‘La muerte tenía un precio’. Aún así, y aunque bastante más horrorosa para los oídos, el ritmo tenía un toque especial. Esos ronquidos celestiales hacían recordar las sabias palabras de mi padre unas horas antes. Dijo así: “Yo no cambiaba ni vuestras canciones por las nuestras, ni tu mundo –el que vivimos de jóvenes- por el mío. Es más, si algo añoro ahora es mi mundo, en el que también están, por supuesto (y este por supuesto es verdaderamente importante dentro de la frase…), los westerns que veía de joven”.
Ahora pienso que mi padre tiene razón y que yo, si alguna vez como huevos, también añoraré los documentales de La2…a la hora de la siesta.
Por no hablar de saber y ganar y del gran Jordi Hurtado
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