Pablo Orleans -16/01/2011- Leo en diversos medios de comunicación la delicada situación que vive Brasil tras la catástrofe natural que ha asolado varias ciudades del Estado del futebol, de la samba, del carnaval y de la caipirinha. Las intensas lluvias han dado paso a una situación dramática que ha convertido en lodo y destrucción una zona al norte de la capital carioca, Río de Janeiro, y que está registrando numerosas víctimas. Los números van in crescendo, pero en estos momentos son ya más de 600 víctimas mortales, 8.000 personas sin hogar y datos todavía desconocidos de desaparecidos, según Infobae.com.
Así, como bien apunta el diario El País en su edición digital, "un documento enviado por el Gobierno brasileño a la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace tres meses admite que el país "no está preparado" para hacer frente a las calamidades naturales". Un país que, aunque asumiendo un cambio económico muy alto y siendo uno de los motores económicos emergentes de Sudamérica, sigue teniendo incapacidades notables que evidencian la falta de organización y medios para llevar a cabo según que acciones. Como bien apuntan en el medio español, "el Gobierno (brasileño) asume sus limitaciones en la creación de un sistema para controlar y diseminar datos sobre la vulnerabilidad de cada territorio, y que la situación "es cada vez más delicada para la población". El informe revela que "la falta de planificación de la ocupación o de la utilización del espacio geográfico, desconsiderando las áreas de riesgo, ha contribuido a aumentar la vulnerabilidad de las comunidades urbanas y rurales, poniendo en peligro un número creciente de vidas humanas y voluminosos prejuicios económicos y sociales".
Pero no termina ahí la cosa, pues en lainformacion.com afirman que además, en Brasil, puede haber otro grave problema que puede complicar todavía más la delicada situación que está viviendo el país. Mientras el barro y el lodo se acumulan en la zona afectada, la emergente economía del país sigue preocupando a los eruditos de la materia. Según el diario online, la creciente inflación de Brasil puede suponer un serio problema económico para su población: "Algunos analistas temen que el actual crecimiento económico, quizás sobrevalorado, haga reaparecer el temido dragón", como se conoce en Brasil a la inflación que, entre los años 80 y 90 llegó a ser de más del 30.000 %. Ahora, los niveles se sitúan en torno al 6% pero la preocupación en el mundo económico carioca es ascendente.
Así, como bien explica Tony Volpon, analista para Latinoamérica de Nomura Securities, en lainformacion.com, “El problema de la inflación que tiene Brasil es simplemente la cara opuesta del problema de la divisa (cada vez más devaluada). Brasil no puede seguir por este camino mucho más tiempo sin enfrentarse a una crisis bastante seria”.
Es por esto por lo que siento una profunda incomprensión. Incomprensión por la situación que, en primer lugar, vive el país sudamericano. Por otro lado, incomprensión por la concesión, al país brasileño, de la organización de dos eventos de gran importancia, el Mundial de fútbol de 2014 y los Juegos Olímpicos en Río de Janeiro en 2016. Dos eventos a los que acudirá mucha gente de muchos países, dos eventos en los que la seguridad de todo tipo es absolutamente necesaria. Y es por ello por lo que no comprendo cómo un país anfitrión de dos eventos de tal magnitud puede tener sobre sí problemas tan graves para la seguridad de los aficionados al deporte que un día se acerquen hasta allí para disfrutar del fútbol o de los 100 metros lisos. ¿Están preparados? Yo no lo tengo muy claro pero ojalá me equivoque.
Fuente | El País | Infobae | lainformacion
Imagen | Infobae
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