Pablo Orleans -19/05/2011- Las movilizaciones en todo España, las multitudinarias acampadas iniciadas en Madrid y secundadas en todo el país, las miles de personas indignadas, abrumadas con una situación insostenible y cansadas de la misma política de siempre, de los mismos políticos corruptos que engrosan sus empachadas cuentas corrientes con el dinero de los trabajadores pueden cambiar la manera de vivir en nuestro país. Pueden ser el inicio de un cambio tanto en la forma de gobernar como en la de ser gobernado. Un cambio en la forma de hacer política, de recibir las propuestas de los gobernantes o aspirantes a serlo.
Pero en la política más inmediata, las elecciones del 22 de mayo están en el horizonte. Y es allí donde se verán los resultados de tanto movimiento, de tanta manifestación y de tanta gente indignada con la situación actual de nuestro país. Parece que de poco servirán los sondeos previos y las previsiones de cada partido político. Parece que ahora el caos predomina la situación en Ferraz y Génova y ambos sucumben a la incertidumbre de una población sublevada intelectualmente mientras racanean los últimos votos intentando convencer a los inconvencibles. De nada servirá. Muchos de ellos ni siquiera se acercarán a las urnas para ejercer su derecho. La abstención puede ser histórica y los votos en blanco pueden predominar un recuento diferente, sin precedentes. El descontento global se puede vislumbrar en la participación y eso puede ser un verdadero problema.
Y es que, el mayor problema de estas necesarias concentraciones, de estas multitudinarias manifestaciones, son los resultados electorales. Las elecciones se van a llevar a cabo sí o sí. Los votos que haya, aquellos que se registren como válidos se contarán y mostrarán unos resultados. Esos resultados, probablemente, favorezcan a la derecha. Los votos 'indignados', mayoritariamente progresistas (aunque sean grupos heterogéneos), pueden suponer un severo castigo a la izquierda y un magnífico regalo para la derecha. Los tradicionales votos conservadores serán fieles a su papel y no dejarán pasar la oportunidad para dar la más sonora bofetada a la izquierda. Si los sondeos les daban como favoritos hace algunas semanas, las manifestaciones tras el 15M pueden ser definitorias. La movilización de la izquierda (mayoritariamente), trasladada en votos en blanco y abstenciones, no sólo restará puntos a los partidos progresistas, sino que le seguirá dando alas a la derecha más convencional y conservadora.
Imagen | Nosolosporting
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