Pablo Orleans -13/03/2012- En una fría fosa común. Silenciados por el tiempo, enmudecidos por el miedo. Relegados a un olvido inexistente, fiel reflejo de la España más profunda, del abuso de poder dictatorial. Sus voces callaron para siempre, pero su recuerdo traspasó generaciones. Con los Mallos de testigos en lo alto, sus últimos hilos de voz reclamarían justicia. Volver con sus familiares, regresar a sus lugares. Víctimas que merecen un descanso merecido, vecinos de la Plana de Uesca que murieron sin juicio de por medio. Opresión política en tiempos de guerra.
Fosa común de Murillo de Gállego. Imagen | Aragondigital.es |
Por fin descansarán en sus localidades. Más de 75 años después, once republicanos aragoneses volverán a sus poblaciones que, desde el verano y otoño de 1936, jamás volvieron a visitar. Once restos recuperados de un total de 18 oscenses fusilados ese mismo año en Murillo de Gállego. De ellos, dos fueron ejecutados el 2 de septiembre y los otros 16, el 24 de octubre. Con un perfil joven, soltero y trabajador (jornaleros o labradores en su mayoría), este fin de semana 17 y 18 de marzo se les rendirá homenaje. Unos pocos de los miles que dejaron sus vidas en una triste, inadmisible e injusta Guerra Civil.
Fin de semana de emoción y reencuentro. De entierro deseado. Volver a sentirlos en casa, con el orgullo intacto y buen sabor de boca. Una exposición, un homenaje y varias inhumaciones. Once que vuelven, cuatro que todavía esperan. La fosa sigue helada, pero en la memoria presente permanecen los recuerdos del pasado. Tarde o temprano, las zanjas oscuras quedarán desiertas. Tarde o temprano, aquellos que no han aparecido volverán al regazo de su pueblo, en busca del descanso definitivo.
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