Pablo Orleans -01/03/2012- Tres millones desamparados, olvidados, carne electoral. Tres millones de trabajadores repudiados por la clase política, manejados por las falsas promesas de los grandes partidos, sin importar el color. Tres millones de trabajadores por cuenta propia que aguantan la crisis como pueden, trabajando de sol a sol para seguir manteniendo lo que en su día empezó como negocio y hoy es un lastre en sus vidas. Tres millones que, cada mañana, levantan este país llamado España aguantando un frío glacial en invierno, un calor abrasador en los meses de verano, al cliente listo que le estruja el presupuesto por cuatro perras o al señor de la banca que le oprime hasta dejarlo sin aliento.
Así está la vida de muchos autónomos. Fontaneros, albañiles, pintores, carpinteros, mecánicos, comerciantes, panaderos, camareros, carniceros y muchos otros gremios desdeñados por políticos y banqueros, desprotegidos ante el vendaval económico que nos azota, a la deriva de unos barcos imprescindibles para el devenir de nuestro país. Aquellos que te atienden al hacer la compra, que te arreglan las averías del hogar, que levantan tu casa con sabiduría y experiencia están hoy indefensos ante los peces gordos de nuestra sociedad. Aquellos que sólo piensan en ellos cuando se acercan comicios, aquellos que sólo les atienden con una sonrisa de oreja a oreja cuando las cosas van bien y les dan la espalda a la llegada de borrascas, esos que manejan el cotarro se han olvidado por completo de quiénes son y qué merecen los autónomos.
Nuestro gobierno, que tanto prometía (y promete) a este trabajado sector en la víspera del 20-N, que tanto se comprometía por mejorar su situación, que tanto comprendía el papel de los trabajadores por cuenta propia, todavía no ha movido un puto dedo para ayudar a uno de los sectores más vejados del momento. Sin derecho a paro, con una jubilación ínfima y sin ayudas suficientes ni subvenciones en su gran mayoría, los autónomos sufren el acoso socio-laboral de carroñeros oportunistas, han trabajado sin llegar a cobrar, viven endeudados mientras sus entrampados deudores desaparecen del mapa o se declaran insolventes. Vale ya de salvar bancos. Basta de permitir pensiones millonarias. Acabemos con los sueldos vitalicios, las ayudas a la Iglesia o a la monarquía y centrémonos en las millones de familias que no pueden llegar a fin de mes. Centrémonos en salvar a los autónomos.
En salvar a los autónomos, a las PYMES y a sus trabajadores, que también han quedado desamparadas, con clientes que se declaran insolventes, con trabajadores que llevan mas de dos meses sin poder cobrar, que aunque se supone que si se va todo a la mierda tendrán prestación por desempleo (cosa no muy clara a este paso) no tenddrán futuro a corto plazo y que ven que lo poco que tenían ahorrado para el futuro de sus hijos lo tienen que sacar para subsistir.
ResponderEliminarA este paso España se va a la mierda para todos los peces pequeños y sólo quedarán los tiburones.