Pablo Orleans -12/03/2012- Centenares de currículos. Meses en busca y captura sin recibir recompensa alguna. Decenas de ilusiones convertidas en frustraciones pasajeras. Tiempo de espera activa sin respuesta que mina la moral pero no resta la esperanza. Años de formación inútil, de momento. Correos perdidos en bandejas de entrada olvidadas o, más probablemente, marcados como spam. Gente joven desilusionada, preinmigrantes preparados, savia nueva y trabajadora obviada. Futuro estancado o fuga de cerebros. España perderá de todos modos.
Imagen | Romeu |
Ofertas de pretensiones exageradas para ridículas propuestas. Si el azar lo permite, morir al palo de sueldos subdesarrollados con competencias responsables. Abuso desmesurado de eternos becarios, chivos expiatorios de la crisis, mangas verdes del ascenso laboral. Guerra de aspirantes para nimiedades que se tornan en importante necesidad. Deslucido porvenir mancebo que obliga a la paciencia, acatando realidades avaras y esperando un cambio de mentalidad.
Mentes desmotivadas que generan círculos viciosos de pesimismo. Desánimo profesional que ocasiona el estancamiento del escaso parné existente. Noticias impertinentes, redundantes e insistentes que remueven el fango moral en el que este país y sus trabajadores se hunden mientras cientos de españoles vuelan al extranjero para buscar un futuro improbable aquí. Agachar la cabeza no es la solución. Seguir intentándolo hasta que un sí devuelva miles de suspicaces confianzas a una dinámica optimista. Ser conscientes de que costará tiempo, pero que no hay mal que dure cien años (ni cuerpo que lo resista). Voy a ver cómo están las cosas por Inglaterra...
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