Pablo Orleans -07/01/2014- Quizá no sea el más recordado de la historia. Quizá he pasado por esta vida como uno más. O quizá no. Algunos me recordarán porque, desde 1987, no había habido otro igual que yo, no digo de bueno o malo, eso lo deciden ustedes. O puede que algunos me recuerden porque habiendo nacido un martes 13, no trajese muy buenos augurios. ¿Quién sabe? Los expertos no me daban muy buenas expectativas, lógico teniendo en cuenta que estuve a punto de ser un aborto pocos días antes de mi nacimiento. Pero nací. Y no sé si para bien o para mal, ya me voy. Pero antes me gustaría despedirme de todos vosotros recordando un poco mi vida.
Mi nacimiento vino con muertes. 60 en Costa de Marfil cuando celebraban mi llegada, 13 en Colombia en un bombardeo y 50 en Siria, en una Guerra Civil que ha estado presente en toda mi vida y que ha tenido millones de víctimas. Y mi muerte se fue acompañada por una muerte con largas y comentadas ceremonias de homenaje y algún que otro coma etílico (y no etílico). Pero no me quiero poner triste, pues en mi vida ha habido muchas muertes.
Mientras el jefe de la mayor secta del mundo se retiró y eligieron a uno nuevo bajo el denso humo de habanos cubanos, un meteorito golpeaba la fría tierra rusa y el asteroide 2012 DA14 se convertía en el objeto espacial más grande en rozar la Tierra (a tan sólo 27.860 km). Hugo Chávez se calló para siempre y Corea del Norte empezó a hacer el capullo con sus amenazas atómicas. Los holandeses, que fumaron demasiada marihuana, nos presentaron Mars One, el viaje a Marte sin retorno para 50 terrícolas en 2022. Pronto Uruguay legalizó la hierba para fumar para convertirse en el primer país del mundo en permitirla y, de paso, inspirarse como los holandeses. Dinamarca ganó Eurovisión, el Bayern de Munich la Champions y Tokio los JJ.OO. de 2020. Snowden filtró información de la NSA y hubo muchos más muertos en Siria, Lampedusa o Filipinas.
Y en España, más de lo mismo. Crisis, corrupción, Monarquía vividora, mentiras, menos derechos, más recortes, Gobierno embustero, Justicia inexistente, Poder católico... En definitiva, una Dictadura democrática cristiana y monárquica.
Pues bien, a muy grandes rasgos éste he sido yo. 2013, un año complicado para unos, divertido para otros. No sé si habré sido el mejor año de la historia, aunque creo que no, pero espero no haber sido el peor de todos. Supongo que en cada uno de vosotros habrá un recuerdo de este año que he vivido y que me habéis vivido. No quiero alargarme más sin avisaros de que 2014, que me lo he encontrado por los pasillos del tiempo esperando, viene muy subidito. Pero espero que sea algo más bueno de lo que lo he sido yo (que estos jóvenes vienen pegando fuerte).
Un fuerte abrazo y siempre os llevaré en mi corazón,
Año 2013.