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NOSTALGIAS

"La vida nos ofrece momentos únicos, llenos de aventuras, desventuras, alegrías, tristezas... momentos con gente de verdad y momentos que nunca queremos recordar. Sabores y sinsabores, sol, lluvia, nubes y claros: niebla. Momentos difíciles y fáciles, de situaciones graciosas y comprometidas; momentos. Para ello he creado esta sección. Nostalgias recordará cosas del pasado, que me gustaría recordar o simplemente plasmar para el recuerdo. Nostalgias sobre hechos y deshechos, reales y ficticias en un todo que englobará algo pretérito pero recordado y añorado"

Simplemente Nostalgias.

SIN TIEMPO

No sabemos exáctamente cuándo fue el día. No sabemos, siquiera, cuándo fue la semana. Tampoco sabemos el mes exacto en el que todo comenzó. Sólo sabemos que en el periodo que nos encontramos, hace más o menos un año, nuestras vidas se juntaron (más). Puede ser que fuese ayer, mañana, o a principios del último mes del año, pero eso, ¿acaso importa? Sabemos que a lo largo de estas dos semanas del 2013 algo cambió en nuestras vidas. Sabemos que aproximadamente hace un año, algo nuevo comenzó a brotar en nuestro interior. Más o menos 365 días unidos. Días en los que me has hecho reír, soñar, disfrutar y, sobre todo, vivir. Alrededor de doce meses en los cuales, la amenaza de los rumbos diferentes apareció desde el primer minuto de juego. Apenas había señalado el comienzo el árbitro del amor, el miedo al tiempo de juego sobrevolaba en lo alto. Y decidimos jugar. Jugamos en casa durante mucho tiempo, con el viento a favor y sin pensar en el pitido final. No perdimos tiempo, pero, aún así, también pudimos disfrutar de algo de descuento. Al final, el primer partido llegó a su fin, y ahora nos toca jugar en ligas diferentes. Tú, en Alemania. Yo, en Italia. Y siempre el tiempo de por medio. Sin darnos una pausa. Sin dejarnos un momento de relax. Seguimos a la deriva temporal, expuestos al minutaje del destino, al tempo del implacable tiempo, ése del que no sabemos cuánto, pero sí sabemos cómo. Y eso es lo más importante. Gracias Anne por aparecer en mi vida hace, más o menos, un año.

Pablo.

40 AÑOS

Toda una vida compartiendo, soñando, haciendo, luchando, riendo, sufriendo y viviendo juntos. Toda una vida dedicada el uno al otro, superando obstáculos, siendo un ejemplo. Una vida que habéis ido regalando a cada una de las personas con las que habéis compartido momentos, porque lo vuestro es regalar. Regalar sonrisas, regalar bondad, alegría, fuerza, ánimo, ejemplo, buenos consejos y, sobre todo, amor. Y habéis llegado al día de hoy, cincuenta años después, viviendo del amor, de la fidelidad y haciendo el trabajo necesario para formar una familia y hacernos felices. Hoy, el día que cumplís 40 años desde que os disteis el 'sí quiero' sólo puedo agradeceros todo lo que habéis hecho por mi y por mis hermanos. Nos habéis dado todo para que podamos progresar profesionalmente y, sobre todo, nos habéis regalado la felicidad necesaria, los consejos acertados, las reprimendas requeridas y el apoyo unánime para hacernos crecer como personas. Gracias por habérnoslo regalado todo a cambio de nada. Os quiero y os necesito. Por muchos años. Gracias Margarita y Eduardo, mis padres. 

Pablo.

GRITA Y CALLA

Que tus sueños no se apaguen, que el día a día no te cambie, que no se escapen las horas, que el mundo no se te coma. Que aunque tus pasos heridos, cierren calles y abran bocas, aunque tus sucias palabras limpien conciencias absortas, en pensamientos impuros, en camisas de once varas, rotas. No te impregnes de los llantos de quien no sabe llorar. No te acerques a los cantos que cantan sin libertad. No busques en los confines de un alma contaminada, no te mientas con verdades sin saber porqué andabas. Limpiaremos poco a poco, esas mentes desgastadas, por el mal de madrugada, por las pastillas mojadas. Pensaremos en lo bueno, porque lo malo se esconde, entre quienes se mintieron con la verdad que se rompe. Me rompiste en mil pedazos que se unieron con más fuerza. Ahora soy mucho más fuerte, con cicatrices, sí, pero con firmeza. Así que hazme un favor, y aléjate poco a poco, que si te marchas de pronto, me puedo estabilizar. Duérmete, vete, corre y olvida. Perdona y llora. Grita y calla. Vive... Y ama.

Pablo.

GRACIAS

Dicen de las tonterías que son cosas sin importancia. Y, a veces, los hechos importantes de nuestra vida, que son los más sencillos, son los que solemos tildar de tontería. Un gesto sin importancia, una sonrisa, una mirada, dedicar unos segundos a una persona, a escucharla, a entenderla. Hechos que, sin darles importancia, dan sentido a una vida. Los gestos sencillos, inconscientes, son los que llenan gran parte de nuestro día a día. Sin hacer ruido, sin grandes ceremonias. Simples y sencillos. Dedicar un minuto de tu tiempo a escribir, llamar o saludar a una persona, sea por el motivo que sea, no es una tontería. Y hoy, día de mi cumpleaños, han sido muchas las personas que han dedicado ese valioso minuto de su vida a hacerme un poco más feliz. Personas que hace tiempo que no ves. Personas que ves a diario. Otras que, probablemente, jamás volverás a ver. A todos y cada uno de vosotros y vosotras, GRACIAS. Porque si dedicar un simple minuto parece una tontería, joder, qué bonitas son las tonterías!! Muchas gracias a todos por ayudarme a pasar la delgada línea del cuarto de siglo y hacer de este cuatro de diciembre un día mejor. Por las tonterías... y por vosotros. 

Pablo.

LA MALETA DE LA VIDA

Cuando me vaya y mi presencia sea un simple recuerdo. Cuando mi voz se transmita desde otras gargantas, mis historias las recuerden otros cerebros y mi risa sólo pueda verse en papel. Cuando el sueño eterno me acompañe, cuando el triste compañero de viaje me lleve, portaré conmigo una maleta de vivencias, momentos y personas. Cargaré con los errores cometidos, doblaré con cuidado los sentimientos encontrados, buscaré un rincón para los besos robados (y regalados) y me pondré los zapatos del destino para afrontar con decisión el adiós definitivo. Pero hasta que ese momento llegue, sea cuando sea, viviré con intensidad, reiré a cada momento, amaré con fuerza, lloraré con sinceridad y buscaré la felicidad. Trataré de ser fiel a mi mismo, de no traicionarme, de no equivocarme demasiado, de seguir hacia adelante y mostrarme como soy, sin máscaras ni pinturas de guerra. Cuando haya llenado la maleta de mi vida, con todas las joyas y la basura que haya creado, me habré ido, sí, como todos lo haremos algún día. Pero habré intentado vivir mi vida y no la vida que otros quieren para mi. Cuando me vaya, cuando me toque partir, una cosa tendré clara. Algunos me comprenderán. Otros no. Pero todos sabrán que ésa era la vida que quería y ésa era la maleta que quería llevar conmigo. Con pelos y señales.

Pablo.

SEGUIRÁ CAMINANDO

Y al final llegó el final. Y todo se volvió oscuro, negro, sin sentido. En el fondo de aquel agujero, entre las sombras del olvido, del rencor y del mercurio bajo mínimos, cuando estaba vagando descalzo y con los pies mojados sobre las primeras nieves del invierno, se puso a llover. Deseaba salir, escapar, olvidar. Pero el líquido elemento caía como otro jarro de agua fría sobre su torso desnudo. Tiritaba, no sentía sus manos y todos los huesos de su cuerpo crujían al unísono, como una elaborada pieza clásica infernal. Y cuando estaba a punto de exhalar su último y agonizante suspiro, dejó de llover. La blanca nieve había desaparecido, el agua se filtró entre las profundas grietas del pasado (para nunca más volver), el cielo se abrió completamente y los primeros rayos de sol empezaron a calentar su cuerpo. Los brotes verdes afloraban hasta el horizonte. Caminó bajo el sol. Y todavía sigue caminando. Eso sí, viendo la vida desde otro prisma completamente diferente. Seguirá caminando.

Pablo.

SIN PELOS EN EL CORAZÓN

Siempre dijo lo que pensó. No se cortaba, aún sabiendo que aquella sociedad lo juzgaría y muchos le odiarían. Simplemente por desmarcarse de la hipócrita mentalidad de contentar a todo el mundo. Siempre pensó que ser transparente y no ocultar sus ideales sería su seña de identidad con respecto a un amplio volumen de personas en este planeta. Y así actuaba. Nunca dejó que nadie le alejase de unos principios marcados a fuego aunque aceptaba que su verdad no era la verdad absoluta. Discutió en innumerables ocasiones sin importar cuántos le contrariaran. Nunca regaló la sonrisa, a pesar de que solía sonreír a menudo. Siempre quiso ser consciente de que muchas sonrisas se las regalaban, pero alguna vez erró y le costó algún que otro disgusto. Los demás decían que era demasiado directo. Quizá demasiado sincero. Pero era real. Tuvo muchos problemas, pero nunca tuvo pelos en la lengua. Nunca tuvo pelos en el corazón. Y con eso a él le bastaba.

Pablo.

UN REDUCTO INDEPENDIENTE

Desde mi pequeña habitación pienso. Le doy vueltas a 'o grumo' pensando en cómo pasa la vida, sus giros, sus sorpresas, sus incongruencias. Pienso en los días que quedan y las noches que no llegan. En las noches que se fueron y los besos que me esperan. Pienso en las miradas furtivas, en la tensión apacible, en la espera treintañera que le sigue. Desde mi pequeño aposento donde duermo y me relajo, donde guardo los recuerdos y alguna foto de antaño, donde nadie encontrará lo que tengo aquí guardado. Podrás decir que me entiendes, que me conoces y quieres, que me añoras y me extrañas, que lo hiciste entre mis sábanas. Podrás decir lo que quieras, pero sé que estas paredes, no tienen ojos, no tienen dientes, pero me conocen más de lo que tu crees. Una habitación pequeña. Mi refugio permanente, un reducto independiente alejado de todo, hasta de mi.

Pablo.

DONDEQUIERA QUE EL VIENTO SOPLE

No pertenecer a nadie, sentir que todos se alejan, que no vienen. Pensar en ser bicho raro, un completo incomprendido, un vagabundo sin rumbo. Sembrar para no recoger, vagar sin pena ni gloria, caminar solo, sin camino establecido. Perder las viejas costumbres, ser obviado, ser anulado. Pensar en meses después, en desahogo, en desparecer. Y desaparecer. Y volver para marcharte, otra vez. Vivir con nuevas miradas, con nuevos retos, nuevas compañías. Y saber que sólo echarás en falta una cosa. Unos ojos que te miran. Unos ojos que siempre te miraron con admiración y fueron correspondidos. Saber que siempre lo harán y serán correspondidos. Dondequiera que el viento sople. Donde el sol brille en lo alto, o las nubes que lo esconden. 

Pablo.

VAYA MENTIRA

Con un estruendo sonoro finalizó el verano y llega de golpe el invierno. Nadie en las frías calles que aún guardan los últimos vestigios de unos días de infarto. Los borrachos de cartón ruedan sin rumbo, siendo la sombra de lo que un día, no hace mucho, llegaron a ser de una forma fugaz. Papelitos de colores decoran un suelo inerte y recién abandonado. Vuelve la rutina sin tiempo a prepararse. Vuelve el cielo encapotado. Vuelve el silencio del viento, más ruidoso que su canto. Con aire desaliñado salen los numerosos gatos, los pocos que nos quedamos. La capital se vacía, se vacían ya los pueblos, y nadie quiere que llegue el frío, la oscuridad, el silencio. Nos quedamos los de casa, los de siempre. Aguantando otro invierno entre la nieve. Pero volverán tiempos mejores, de gloria, de Ayerbe con gente, sin despedidas, sin dejar de verte. La temporada estival deja grandes recuerdos, casi todos de ellos buenos. Ahora toca hibernar, soñar, y esperar que el mes de junio llegue pronto a nuestra villa, porque si no el invierno va a ser una pesadilla. Vaya mentira...

Pablo.

SUEÑO ETERNO

Cuando pararías el tiempo. Cuando nada te importa, sólo ese momento. Cuando los minutos parecen horas, cuando los años no pasan, cuando todo lo arregla una simple mirada. Cuando escuchas las palabras adecuadas y recibes los gestos que esperabas. Cuando la vida da un giro, una vuelta, otra vuelta. Sin complicidad forzada, con una naturalidad de fuerza desbordada. Cuando todo parece perfecto y no son incómodos los silencios, se acabó lo que se daba y aquello que parecía eterno vuelve de nuevo a la nada. Pero no pasa nada. El agua vuelve a su cauce, a un torrente de recuerdos, de historias, de celos. No quisiera despedirme sin decirte lo que quiero. Y lo que quiero es muy simple, aunque parezca sincero. Quiero agradecer la ópera magna, la vida acabada. Quiero entenderme a mi mismo sin juzgar ni una palabra. Quisiera olvidar y no quiero, porque sé que lo que quiero es seguir en ese sueño del que no quiero salir, y que siempre sea eterno.

Pablo.

NO EXISTEN

No existen. Porque siempre habrá algo más importante. Porque nunca te corresponderán. Porque siempre podrán aceptar. Porque nunca sabrán la verdad. Porque tres son multitud. Porque alguien tiene que perder. Porque alguien tiene que sufrir. Porque nada parece lo que es. Porque la vida da muchas vueltas. Y el destino siempre te arrastrará. Porque la muerte juega en primera. Porque tú no sabes adónde vas. Al terminar la ironía que me planteó el destino. Y jugar las cartas que siempre he merecido. Al contemplar a oscuras mi pasado en tus arrugas. Al resolver las preguntas que nunca me contestabas. A cada paso que des, cada metro que recorras. La sonrisa que regales y el llanto que nunca escondas. Nunca acabaré de creerte, de soñarte, de huirte. Nunca sabré las verdades que creíste describirme. Ni sabré lo que tu piensas, ni sabrás como me siento. Porque los buenos amigos no se pagan por momentos. No me avales con cheques, sin fondos ni corazones. No me niegues lo evidente, dime sólo que lo sientes. Has ocultado tu imagen bajo un lienzo inexistente. No existen porque lo pienso. Y lo que pienso va a misa. Y rezo para que cada instante de mi vida, sea tu media sonrisa.

Pablo.

QUIZÁ ALGÚN DÍA PUEDA OLVIDARTE

Mi salud se apaga con cada uno de tus besos. Entre nubes negras apareces para desgastarme, ahogarme, quemarme por dentro. Creíste ayudarme y sólo haces que me muera poco a poco. Me atrapaste, me condenaste, me robaste. Dejaste una huella en mí, marcada en mi pecho, muy adentro. No me importa cómo te llamas ni de dónde eres. No quiero saber qué me harás en el futuro, si seré otra presa tuya. Sólo quiero que me dejes, quiero olvidarme de ti. Cuando mis labios te toquen, y sientan un frío inmenso; cuando el aire que respiras, tenga un color gris intenso; cuando mis dedos teñidos, rocen tu cuerpo un instante; cuando recuerde tu aroma sin ni siquiera desearte; habré ganado una guerra perdida en dos mil batallas. Venceré a los fantasmas, dejaré de buscarte. Tu veintena de recuerdos, tu compañía en silencio. Tu traición, tus besos. Algún día te olvidaré. O quizá no. Quién sabe. 

Pablo.

VOLVER A LA REALIDAD

Mientras todos duermen, en silencio y acompañado de un best seller recién comprado y la tenue luz de un flexo centenario, sueña. Se despiertan sus sentidos y navega por un universo ficticio pero hecho a su manera. Apaga con cuidado el cigarrillo, se humedece los labios, recoge los pies, gira sobre sí mismo, estira el brazo y apaga la luz. Los ronquidos del vecino, las voces de una emisora de radio, el ruido de los coches al pasar, la lluvia caer, la nevera que se enciende. Atento a todo lo que ocurre, empieza a montar su historia. Hasta que al final, cuando menos se lo espera, la función ha comenzado. Se despierta sobresaltado, casi alegre. Su sonrisa se desvanece cuando confirma que sigue solo en aquella cama, que no hay vecinos roncando, que no hay radios encendidas, que no llueve ni hay neveras cerca. El reo 030811 acaba de volver a la cruda realidad.

Pablo.

POR SER DEMASIADO SINCERO

Busco un hombro, un oído, busco un sueño compartido. Busco cómplices, busco testigos, busco latidos desconocidos. Busco sonrisas, busco preguntas, busco con lupa versos prohibidos. Busco si peros, busco recuerdos, busco un aliento con sentimiento. Vendo manías, vendo rencores, pero regalo alegrías. Vendo canciones, malos dolores y regalo días de todos los colores. Regalo lo que ofrezco, compro calor en invierno, vendo los malos momentos. No me juzgues por lo que soy, sino por todos mis hechos. No me digas la verdad si tu piensas que estoy mintiendo. No me des una amistad que duele a cada momento. No me ayudes a olvidar si no sabes lo que quiero. No me quieras de verdad, pero quiéreme en silencio. Si mañana al despertar, digo lo poco que pienso, no me odies por hablar sino por ser demasiado sincero.

Pablo.

VIVIR

Vivir es sentir el viento libre entre los pinos, divisando tu vida, tu pasado, tu presente. Vivir es sentir el cosquilleo de cuatro palabras espontáneas, que llegan al alma. Vivir es disfrutar de cosas simples, de las noches de domingo, de las buenas conversaciones. Vivir es cantar con los ojos cerrados, reír con buenas personas, llorar desesperados. Vivir es leer mentes, reencontrar viejas amistades, soñar despierto. Vivir es volar con la frente alta, tener cerca a tu gente, no programar nada. Vivir es tomar café con buena compañía, conocer tus manías, estar en armonía. Vivir es oír a los pájaros cantar desde la cama, escuchar a los vecinos al punto de la mañana, remolonear abusando de la almohada. Vivir es moverse, no tener miedo a nada, salir de madrugada. Vivir eres tú y tu mente, creer que sí se puede, no conformarse con lo que viene. Vivir es luchar, tropezar, caerse. No estar inerte. Levantarse y ser fuerte. Sonríe a cada instante, llora, grita baila y muere.Eso es vivir. Cuando me visite la mala suerte y desaparezca, venga la muerte, sabré que lo que he vivido ha sido intensamente. Grandes momentos, buenos recuerdos. Vive, ríe, llora. Hazlo hasta que ese momento llegue. Nunca habrá vuelta atrás. Nunca jamás. Por favor, será mejor si no te arrepientes. Lo que tenga que venir, vendrá.

Pablo.

UN GRAN PERRO

Juguetón, alegre, tontacho. Grande de corazón y de tamaño. Noble, baboso, travieso. Llorica, fugitivo, querido. Asiático, atlético y guapo. guardián intimidatorio, portero extraordinario. Saltimbanqui, velocista, ganador y fiel. Pastor, policía y, en ocasiones, terrorista. Atracones y consecuencias olfativas, visuales. Alocado, bonachón, navarro. Paciente, inteligente, rutinario. Caballo, gacela y lagarto. Curioso, obediente, lustroso, sorprendente, dominante. Poco tiempo pero intenso. Todavía preguntan por él. Un gran perro. Una gran coincidencia. Su nombre, Dolf. Dolfillo.

Pablo.

PORQUE ME AYUDASTE A CRECER

Un collar de tela con valor a perlas. Fue el único objeto que guardaba de aquel amor que escondía miles, millones de recuerdos. Sentir un corazón latir que dibujó un frenazo en seco, de improviso. Un latigazo que le marcó de por vida, que jamás olvidará. Nunca olvidará su carácter, su alegría, su complicidad. Jamás podrán igualar aquellas confesiones entre lágrimas, aquellos despertares esperados ni aquella lealtad incondicional que le hacía ser feliz, sentirse querido. Aunque tuviese cientos de enlaces como aquel, nunca podrá olvidarla. Porque el amor que sintió por esa pequeña gitaneta que le ayudó a crecer, no se lo dará ninguna otra. Te echo de menos perreta. Te quiero Kira.

Pablo.

PARTE DE TI

Le gustaba que la miraran. Le gustaba sentirse el centro de atención. Le gustaba tenerlos a todos bajo sus pies. Pero estaba sola. Desde aquel visitante que dejó una gran huella marcada en su piel, excepto aquel individuo solitario que gozó con su presencia, que sintió su fuerte amor, nadie más ha vuelto a erizar los pelos de su cuello ni le ha hecho sentir ese cosquilleo en el estómago. Nadie le ha quitado la sonrisa, nadie deja de mirarla cada día, por cada lugar que pase. Es bonita y lo seguirá siendo hasta el fin de sus días, pero la soledad le mata, le atormenta, le envenena. Quién pudiera estar contigo, quién pudiera conocerte, quién pudiera ser un gran y brillante meteorito y abrazarte fuertemente, penetrando en tus entrañas y siendo parte de ti, pequeña luna.

Pablo.

NO ME ECHARÁS EN FALTA

Buscar todas las letras para una frase acertada, oler en cada esquina aquel perfume de hada, cantar con la garganta pero la boca tapada, pensar durante el día lo que sueño de madrugada. Que el próximo tren que pierdas, sea el primero de muchos, que las agujas clavadas formen parte de ti, que los silencios robados nunca te pongan excusas, que todo lo que has luchado sea el principio del fin. Cuando despierte temprano, buscando la luz a oscuras, y me levante empapado pensando en la eterna bruja, sólo te pido que reces, a la virgen desvirgada y sean fieles desesperados los que busques en tu almohada. Que vendas caricias y besos, que compren carne pasada, que ofrezcas risas y sexo y te regalen patadas. Halagado por tu ausencia, me despido eterna muerte, que sólo vienes a verme cuando menos me haces falta. Adiós querida de falda, adiós al son que me marcas, que cuando ya no aparezca, no me echarás en falta.

Pablo.

NO PIERDAS LA ESPERANZA

La ilusión. Querida ilusión que nos dejaste. Que nos dejaste tirados en un vertedero de dudas, de pesimismo. Que te fuiste poco a poco y contagiaste a las almas perdidas. Almas perdidas por el desengaño, por el continuo dolor y las malas noticias. Absurdas noticias que nos minasteis la moral hasta caer en un pensamiento inexistente. Inexistencia y desesperanza. Desesperanzados corazones que laten con parsimoniosa rutina, acostumbrados a sufrir sin protestar. Protestas que van menguando, que las han hecho menguar. Que han robado la ilusión. Que la debemos recuperar. Recuperar el aliento, la voz y la fuerza. Recuperar el poder. Recuperar la dignidad que nos han quitado. Lucha, lucha y vuelve a luchar. No pierdas la esperanza. No nos la pueden quitar.

Pablo.

SIGUE SONRIENDO

Situaciones que se repiten y se cruzan con sentimientos gemelos, víctimas del pozo de la soledad. Decepciones y desilusiones. Recuerdos y rabia. Incomprensión y dolor. Mentiras, resultado del reciente sufrimiento. Todo se mezcla en la coctelera de la vida, que poco a poco elimina los posos del amor y produce con cordura (o locura) nuevos cosquilleos. El tiempo, sabio consejero, reduce a cenizas las flechas incrustadas y cicatriza con criterio, visionando un futuro limpio y fresco. Levantar la cabeza y volver a empezar, otra vez. Volver a buscar el interior de uno mismo. Volver a encontrar los caprichos del destino, que escribiremos. Volver con una sonrisa mirando al pasado. Sonreírle al presente sin pensar en lo que pueda venir. Seguir sonriendo sin temer, sin odiar, sin olvidar. Sigue sonriendo. Nunca dejes de hacerlo.

Pablo.

MALDITA PEREZA

Se desvaneció hace tiempo, sin preguntar, sin retomar el vuelo. Andar cojo en el desierto, sin atisbar, ni siquiera por un preciso momento, un oasis de lamento, de sollozos. Sin respuesta, sin temor y con cabeza. Con la frente alta y la mirada firme, sin remordimientos de conciencia. Frialdad sin la que yo pueda pasar. Calidez en apariencia y sudor en la entrepierna. Sabedor de la torpeza, del error y de la enmienda. Del placer y la tormenta, del adiós y de la vuelta. De los coros de réplicas, del conozco, del me entiendas. Guardar en viejos baúles, o en cajas ya polvorientas, pruebas de letras revueltas, retajos de viejas fotos sin vida, sin penas. Frío en la calle y dentro de mi. Pretendo morir con la vida resuelta. A este paso quizá lo consiga, en cama devuelta. Sin migas, sin lloros y sin reprimendas. Sin viejos conceptos que ya no me llegan, que ya no me aceptan. Solo vivo. Vivo sólo con tu ausencia. Maldita pereza.

Pablo.

ME CANSO

Me canso de escribir, de que me leas. Me canso de soñar sin que te duermas. De las sonrisas traidoras, de los perfumes que huelen a penas. Me canso de las toallas mojadas, de los veranos, de lo de todos los años. Me canso de esa mirada inerte, de aquellos besos de judas y aquel sonido al moverte. Recuerdo tus gustos quemados, me canso de todos aquellos trabajos, de los valientes mordiscos, de los findes olvidados. Me canso de los ladridos, del dulce ruido, de la persiana arreglada y de los gemidos. Me canso de los latidos acelerados, del suave pelo engominado. Me canso de las mañanas de brisa, de las pestañas postizas, de parecer trastornado. Me canso porque no escribo, porque no digo, porque no vivo. Me canso cuando me miro. Me canso, me canso. Sin hacer nada me canso.

Pablo.

OCHO DE MARZO

Nostalgia de buenos momentos, de risas, canciones dedicadas, acompañamientos a altas horas de la madrugada. Nostalgia de volver a verte sonreír, de volver a quedar contigo para que formatees mi ordenador y luches contra el bicho que deambula por mi memoria RAM. Nostalgia de llevarte en aquella bici con el sillín rebelde y parar cada diez metros para ponerlo en la posición menos incómoda. Nostalgia de aquellas nutritivas conversaciones, de aquellos buenos consejos y esas sabias palabras. Discusiones sobre el destino, que un día se puso en tu contra. Nostalgia de cafés en Lazkorra y fiestas en los pueblos. De olvidarnos los cubiertos y recordarlo entre risas. Nostalgias y más nostalgias que vienen de pronto a mi cabeza, como cada año, el ocho de marzo. Hoy, tu cumpleaños, lo celebrarás con tu abuelo. Un fuerte abrazo amigo.

Pablo.

DONDEQUIERA QUE ESTÉS, AMIGO

Se levantó de la cama, todavía despeinado. Había pasado una mala noche que achacaba al insoportable calor de aquel primero de agosto. Como solía hacer, desayunó algo rápido y se puso el bañador y las chanclas. Paso veraneante y toalla al cuello. Sonrisa fija y alegría inherente. Vacaciones entre risas, juerga y algún disco duro de por medio. Reparaciones informáticas de última hora, resultado de emboscadas premeditadas, y grabaciones encontradas tras un invierno que aprovechaba para proveer su armario de ropa repetida. Billetes de 50 por doquier y un sinfín de recuerdos olvidados, por mala cabeza. Todavía le daba vueltas a aquella pesadilla, tan real que no sabía si quizá siguiese durmiendo. No ha despertado, pero sigue apareciendo en nuestros sueños, sonriendo, como él siempre acostumbraba. Dondequiera que estés, amigo.

Pablo.

ITALIA

Quizá sea pronto para echarte de menos, bella Italia. Quizá el poco tiempo que hace que te conozco no sea suficiente como para querer volver a visitarte. Pero siento que si. Quizá, en muy poco tiempo, has dejado una gran huella en mí. Probablemente tus gentes, tus ciudades, tu bello caos, tu fuerte personalidad y todo lo que te rodea, ha empezado a enamorarme. Quisiera volver a verte, a vivirte, a formar parte de tí y de tu vida. Lo voy a intentar con todas mis fuerzas. Volver a tu gran Coliseo y sentir la vida en las calles de Roma. Volver a lanzar monedas en la Fontana sin pedir deseos, sin hacer fotos. Formar parte del descontrol y disfrutarlo. Sentir el eco de los grandes gladiadores, la inspiración de tus grandes artistas y el olor de tu característica gastronomía. Vecchia Italia, algún día, nos volveremos a ver.

Pablo.

DÍAS EN PLAYA ARAGONESA

Días de sol y playa. Días de fútbol mundial, de cerveza, de fiesta en general. Unos días de previsión apacible, divertida, que se nublaron poco a poco en el seno del grupo hasta rozar una tormenta eléctrica sin rayos, pero cargada de truenos. Patadas y golpes, tez roja mezclada con cremas abrasivas y numerosas marcas de guerra. Tensiones que acabaron en risas, en recuerdos imborrables en una playa aragonesa de un verano pretérito. Siestas mañaneras con vino de por medio. Desvirgados de agua salada, de arena en los pies. Días marcados por el acné, por un sinfín de momentos inolvidables. Bañadores de flores al unísono, testigos de una llegada típica de películas de antaño. Días de unión, al fin y al cabo. De amigos de infancia, de casa revuelta y abundancia de sueño. No se volvió a repetir, quizá por un pensamiento común de miedo si aquello hubiese durado un poco más.

Pablo.

MIRANDO FIJAMENTE LA VIDA

Le gustaba acostarse con el sabor a cacao en la boca. A veces, simplemente decidía no lavarse los dientes y disfrutar de aquel dulce sabor en su paladar toda la noche. Se duchaba por la mañana, cuando toda la casa estaba fría y la ciudad comenzaba a despertarse. Ajustando el tiempo al máximo, corría por aquellas calles transitadas para no perder el autobús. Tras todo el día en danza, le gustaba descansar en el sofá y que le hiciesen la cena, pero ahora debía hacérsela o acudir a un restaurante para ello. Duerme poco y trabaja demasiado, pero disfruta de todo lo que hace. Se siente feliz y deja que el destino vaya marcando sus pasos, guiando su camino. No sabe qué le deparará el futuro, cuál será su siguiente reto, pero sabe a ciencia cierta que todo saldrá bien. Porque mira a la vida a la cara, sin tapujos, sin miedos. Mucha gente admira su visión del mundo y yo, no voy a ser menos.

Pablo.

SOÑANDO EN LA DISTANCIA

No dormía, apenas comía y pasaba largas horas de confidente de la luna frente a esa pequeña pantalla. Esperaba, inconscientemente, a que una señal le devolviera feliz entre sus sábanas. Muchas noches se convirtieron en madrugadas de espera, que lo retiraban exhausto y cabizbajo. Contaba innumerables veces al día las horas, los minutos, los segundos. Nada. Tenía la mente puesta en otro lugar, en otra vida. En un mundo ajeno que vibraba mientras él estaba en su nave vigilándola. Una creación tan perfecta que no podía dejar de mirar, que no podía dejar de soñar. Quizá él era diferente a lo que ella esperaba, pero en su interior rezaba para que aquel rechazo no fuese realidad. Sus iguales no le entendían, pero él sabía que los demás no habían sentido aquello. La miró una vez más y dejó de pensar en su recibimiento. Vive en ella y nunca jamás se arrepentirá de haberla visitado. "Qué hermosa es La Tierra desde su interior", piensa cada noche desde la distancia.

Pablo.

BUSCA TRABAJO

Fue largo, como todo cuando se empieza. Pero se le pasó rápido. Disfrutaba. Sabía que aquello era para lo que había nacido. Había hecho feliz a mucha gente, pero él estaba predestinado para esa tarea. No dudó ni un instante en apreciarlo y nunca quiso dejarlo, pero la situación se fue agravando hasta tal punto que acabó explotando. De una forma suave, de una manera apacible, pero dando por finalizado aquel exitoso comienzo. Sus jefes se apartaron de él, sus compañeros se esfumaron y se quedó solo ante el peligro, enfrascado entre un mar abierto y miles de kilómetros de soledad. El mes de los peces vivió su mayor inmersión, su mejor día de pesca en una jornada interminable, pero se le acabaron comiendo los leones poco antes de la barbacoa. Fue feliz recordando aquellos inolvidables instantes, pero un día decidió que debía cambiar de oficio. Estuvo desempleado varios meses, pero sabía que tal y como era, pronto acabaría encontrando un buen trabajo.

Pablo.

FIEL A LOS PRINCIPIOS

Llegó exhausto, incapaz de articular palabra. Su nerviosismo, latente, obligaba al movimiento inconsciente de su mano temblorosa. Acababa de vivir una de las experiencias más intensas y hermosas de su corta vida y la adrenalina lo mostraba hiperactivo, tenso, fugaz. No se arrepentía. Había hecho lo que debía y estaba decidido a volverlo a hacer si hacía falta. No le gustaba tener que actuar de ese modo, pero en aquel momento supo que aquello no lo podía permitir. Estaba harto de aquella dictadura, de aquella jerarquía en la que él era el último mono. No quería el poder, ni mucho menos, pero tampoco quería dar su brazo a torcer constantemente y salir tembloroso cada día. Plantarse, defenderlo y darles una lección que se tenía bien merecidos. Odiaba que se metieran con aquel chico y odiaba tener que guardar silencio por miedo a represalias. Desde entonces, siempre fue fiel a sus principios.

Pablo.

LA LIBERTAD

Lo necesitaba. Abrir sus alas y tomar un nuevo rumbo. Hacía tiempo que aquella jaula se le quedaba pequeña y le impedía ser libre. Soñó, en multitud de ocasiones, con romper aquellos barrotes y notar el viento soplando en su cara. No paraba de buscar el lado bueno de aquel encierro inoportuno, de aquel claustrofóbico sueño que abocaba en una irremediable pesadilla. Lloró en silencio, en la oscuridad de las cuatro paredes de su acogedora celda. Pero no se conformó. Cogió fuerzas renovadoras, levantó la cabeza y traspasó los límites que marcaban su vista. Voló alto, rápido y con decisión. Conoció nuevos mundos, corrió nuevas aventuras y vivió la vida. A día de hoy sigue volando, feliz, satisfecho de haber salido de aquel nido y haber tumbado aquel muro. Tomó la decisión correcta.

Pablo.

BUEN VIAJE

Echar de menos sin conocer. Soñar sin vivir, hablar sin decir. Mirar y observar. Imaginar. Pensar a lo lejos, volver a mirar y saber con certeza lo que nunca llegará. Jugar para disimular, sonreír al callar y recordar. Volver a aquel día, volver a aquel bar. Que vuelva la noche, que vuelva la hora, que vuelva el aroma. Las flores de pega, las risas, la juerga. El hielo deshecho y aquella mirada. Que vuelva la música, la movida y aquella mañana. Que vuelvan los jueves, den paso a los viernes y lleguen los lunes con una sonrisa, con una dulce brisa. Volver a la cama sin hablar con la almohada, sin buscar, sin imaginar. Que sea real. Volver a susurrar, volver a confiar. Compartir y escuchar. Manías a parte, saber que no va a estar y alegrarte, no por tu desgracia, sino por su alegría.

Pablo.

NOCHES EN VELA

Noches en vela, flexo caliente y sueño roto. Así se pasaba por aquel entonces el primer mes del año. Ya no se acuerda muy bien, pero a veces lo echa de menos. Vida de nocturnidad sin alevosía, pero con premeditación. Le gustaba parar un rato para beber té, observando a su lado y maldiciendo con cariño a aquel individuo que babeaba la almohada. Estaba ajeno a aquello, pero era consciente de que tarde o temprano llegarían las caricias. Recordaba aquellas noches años después. Aquellos momentos de concentración, nervios y fugaces miradas al reloj, que descontaba paciente los segundos entre montañas de apuntes subrayados. Y lo recordaba ahora, cuando era su hija la que debía madrugar, exprimiendo cada minuto mientras los demás dormían. Pasó rápido el tiempo, pero todo fue natural. Todo fue perfecto. Ahora ella es licenciada. Licenciada sin trabajo.

Pablo.

ECHAR DE MENOS, RECORDAR, AÑORAR

La nostalgia. Contradicción humana por excelencia, sentimientos encontrados con multitud de motivos. Emotiva, triste, soñada. Nostalgia. Echar de menos, recordar, soñar con revivir, añorar. Las nostalgias forman parte de nuestras vidas, de nuestro ser. Todas son tristes. Todas suponen recordar acontecimientos pasados de grato recuerdo, que se añoran, que se quieren repetir. Sentirte triste por no repetir los buenos recuerdos, por no volver a sentir esa felicidad. Nostalgia. A veces la echamos de menos. A veces estamos tristes por no estar nostálgicos, lo que significa vivir un momento feliz. A veces la haría volver, haría que apareciese y me atrapase. Que me entristeciese. Pero hace tiempo que no la veo. Hace tiempo que no me hace recordar, añorar, soñar con repetir. Y puede que la añore. Echo de menos la nostalgia por falta de nostalgia. Si aparece, aunque sea por un momento, estaré feliz de que me haga estar triste. Soy un nostálgico porque siempre hubo tiempos mejores. Aunque ya no los añore.

Pablo.

EL MEJOR MOMENTO DE SU VIDA

Le esperaba una grata sorpresa. A pesar de que él era totalmente inconsciente de lo que horas después ocurriría, algunas personas ya sabían su futuro inmediato. Se mostraba como cada vez que se juntaban, alegre, divertido, aunque algo indispuesto. Ni en sus mejores planteamientos ocurriría aquella situación. Pero horas después se sorprendió en aquel lugar concurrido y en el que sólo estaban ellos dos. Fue rápido, pero intenso. Un escalofrío recorrió su espalda ante un dulce susurro en su oído. Ni el ruido desvió aquellas palabras que se quedaron grabadas a fuego ni aquello se trataba de un simulacro. Era real. Unos segundos que pararon el tiempo y cambiaron su vida. Probablemente fue la mejor decisión que había tomado en muchos años, y no se arrepiente. Por fin había probado el gazpacho: Y le había encantado.

Pablo.

UNA MALA NOCHE

Vislumbraba la luz, a lo lejos. Sabía que algo extraño ocurría, que aquel rayo incandescente al otro lado era algo indescriptible. Ni él, afamado garabateador de pluma gorda, de palabras soeces y malsonantes dentro del puritanismo occidental, ídolo de juventudes desvergonzadas, adalid descriptivo sin excepción, podía en ese momento saber qué pasaba allí. Tan sólo recordaba haber tomado el cortado como cada mañana, acompañado de bollería industrial rellena de chocolate. Después, el tiempo se paró y apareció allí. Nadie a su alrededor, en completo silencio y con la incertidumbre puesta en aquella luz cada vez más intensa. Empezaba a temblar, pero sus 192 centímetros de altura se negaban a mover un solo dedo. Permanecía de pie y concentrado, mirando atónito su reloj parado a las 08:14. Un golpe sonó a su lado y Paco reía a carcajada limpia. Otro día sobado en la barra del bar. El cortado frío y el bollo por el suelo. Ayer pasó una mala noche.

Pablo.

EN EL ÚLTIMO TRAGO

Tapas y vinos; vinos y tapas. Turismo y música; rock y playa. Plaza de la Catedral que acoge al viajero, atrae al beato y asombra al ateo. Verano de triunfo y cierre jotero. Espinas sin rosas en el recuerdo,  fuego incontrolado en arena mojada; húmeda. Paseos e insomnio en calles estrechas que abrirán al mar, dando la bienvenida a la soledad. Viaje postrero para el viajero, o la viajera. Viaje obligado. Alboroto en una barra de bar, que acudirá -sin ser llamado-. Días de sol y tranquilidad, de disfrutar de la gastronomía sin mirar atrás. Paseos en barca al atardecer y llanto de placer. Agua salada, agua dulce. Viento despeinado, paños menores. Fotografías y libertad. Felicidad. Una última cena para guardar, un último sorbo que probar, el último rayo de sol y un último adiós. O hasta luego. Hay cosas que nunca se sabe el camino que llevarán, por muy rumbo fijo que aparenten.

Pablo.

UN PEQUEÑO DESCUIDO

Volvió a notar los mismos síntomas de la madrugada anterior. Como hizo en aquella ocasión, se levantó en la oscuridad de la noche, en el silencio de la vieja casa, y cogió el bote de pastillas que le recetó un día el médico. Descalzo, notaba el invierno en las plantas de sus pies y un escalofrío recorrió su cuerpo a la velocidad de la luz, dejando en él una extraña sensación de inseguridad. De nuevo en su habitación encendió la vieja estufa que su madre le dejó de herencia para entrar en calor. Acto seguido se refugió bajo la protección de las mantas con aroma a alcanfor y se tomó tres o cuatro cápsulas acompañadas de güisqui escocés. Durmió como un lirón, y al despertarse, cansado, comprobó aquella escena en la que yacía en su cama sin mostrar signos de vida. Todo estaba calcinado y su cuerpo, inerte sobre la cama, descansaba completamente desfigurado, derretido ante el poder de las llamas. Dijeron de él que era un buen chico, pero todos sabían que la tragedia tenía que llegar, tarde o temprano.

Pablo.

PARADO PRE-OCUPADO

Nunca pensó que tuvieran tanto en común. Aunque hace años lo soñaba, cuando fue la hora de la verdad se sorprendió de tal manera que pasaba las noches en vela estrujándose el cerebro para comprender aquella alineación de estrellas tan peculiar. Lo suyo llegaba hasta tal punto que adivinaba sin querer sus pensamientos más extraños y reía al comprobar ese brillo en sus ojos. Meditó esto unos pocos segundos. Persiana baja y semáforos ámbar intermitentes en el exterior. Pijama de invierno y libro en la mesilla. Gusto a ColaCao y pañuelos usados bajo la almohada. Desconexión wifi y ocho horas de oscuridad. Otro día amanecía en la gran ciudad. El sol brillaba en lo alto y la vida despertaba con cautela, aumentando el ritmo y dejándose llevar por la inercia. Antes de tomar un café, la habitual ducha y el obligado afeitado para afrontar las próximas horas con energía. Se sentó en su cómodo sillón y encendió el ordenador. Por delante, varias horas de incesante búsqueda de trabajo.

Pablo.

EL TESORO MÁS VALIOSO

Lo envolvió en aquel pañuelo de seda antes de guardarlo cuidadosamente en un cajón. Pasó el tiempo y todo cambiaba menos la ubicación de aquel misterioso paquete que tanto había custodiado durante años. Comprobaba que siguiera donde siempre cada día, sin tocarlo. Nadie sabía qué podría tener guardado ahí, salvo él. Nadie imaginaba qué podía guardar con tanto recelo. Un día, poco después de que alguien le desvalijara la casa y se llevase, entre otras cosas, el contenido del pañuelo, desapareció. Todo el mundo del lugar se preguntaba quién podría osar a entrar en su casa y robarle aquello tan valioso. Algunos no entendían que hubiese huido, que hubiese aceptado la derrota con resignación después de tantos años de dedicación, pero aquello, aunque insignificante para unos, un juguete para otros, era lo más importante de su vida. Y sin él, su existencia no tenía sentido. A partir de entonces nadie volvió a saber qué le había deparado el futuro.

Pablo.

LOS MEJORES CONSEJOS

Una mirada y el mundo cambió de tono. Los ojos que antes observaban con delicadeza, ahora están cerrados. La oscuridad plena en un pasado de esplendor. Despreocupado por el silencio que habita en su interior y sus deterioradas relaciones sociales. Los días pasan del subconsciente al inconsciente; y de ahí, al olvido. Cada segundo se desvanece, dando lugar a horas interminables frente a un teléfono que no suena, que enmudece mientras el resto del planeta gira acorde a los movimientos rotatorios y de traslación. La angustia, en aumento. La tranquilidad característica, esfumada. La rutina le salvó de un abismo implacable frente al salvaje recuerdo de las más frías noches de invierno bajo un edredón nórdico. Lucha continua por devolver ese gélido capítulo que, al fin y al cabo, sigue trayéndole el calor de aquella época. Aunque no lo parezca, sigue necesitando consejos como aquellos.

Pablo.

UN RAMO DE ROSAS

Aquello fue lo primero. Una caja de madera lo acompañó durante varios días. El secretismo era tal que cambió su propia personalidad y lo volvió distante. Las tarjetas, ahora perdidas en el olvido de los recuerdos malditos, decían verdades que se tornaron en una gran mentira, larga mentira. Puede que todavía siga echando de menos aquello, pero lo suyo no era cantar canciones propias a través del teléfono, con la voz entrecortada, lo suyo era querer en silencio. Y lo siguió haciendo durante años. Con la firme paciencia de un corazón palpitante que se escapa por los túneles de la razón. Miró aquello con esmero, sabiendo que sería la última vez que contemplaría aquella estampa. Tres fotos sobre el cabezal, que ya no cuelgan. Una foto en la mesilla. Aquel atrapasueños rosa. La caja y un capullo de aquellas rosas. Seco. Hoy volvería con doce más, pero ya nada tiene sentido en el mundo de los ausentes.

Pablo.

ADIÓS SANTA LETICIA

Adiós al olor al pólvora. Adiós al perfume de albahaca. Adiós al aroma a peña del día después. Banderas, confetis, borrachos quemados rodando por la calle. Pañoletas, gorros, gafas baratas y camisetas de colores al armario. Charangas y resacas. Porrones y almendras garrapiñadas. Gigantes y cabezudos, aragoneses varios. Ayerbenses todos y visitantes vecinos. Cerró también el chiringuito y se fueron las orquestas. Vasos, serpentinas y un millón de fotos. Miles de recuerdos. Adiós al verano y a las alertas naranjas por mercurio superado. Adiós a los toros, al madero enjabonado. Hasta luego Presidentas y Reinas Infantiles. Adiós al trajín de las plazas, a las tardes de casino y a las mañanas de infarto. Adiós a aquellos que volvieron a la rutina. A los que se fueron. Adiós a los bailes con mayores (y con chicas jóvenes). Adiós a los cantos de sirena, a las frutas prohibidas, a los abrazos rotos. Adiós a las calderetas y a comidas de hermandad. Adiós Santa Leticia, el año que viene más.

Pablo.

Y SEGUIR SOÑANDO...

Cómplice en la mirada. Sonrisa desenfadada. Con la nariz arrugada. Sin lágrimas en la cara.
Guitarra bien dibujada. Mechón de cuerda dorada. Perfume verde de agua. Gitana de piel tostada.
Paseos bajo la luna. Viernes, sol y ternura. Restos de la locura. Diosa de la hermosura. 
Días de espejos rotos. Noches de sueños cortos. Bailando como los locos. Viviendo un terremoto.
Sorpresas inesperadas. Comidas precocinadas. Cuidados en la almohada. Acerca la palangana. 
Resacas incompatibles. Posturas inconfundibles. Retretes insustituibles. Domingos indescriptibles. 
Presura fuera de tiempo. Carreras sin fundamento. Lectura de pensamiento. Chorradas de juramento. 
Estancias en el espacio. Empanado mientras escancio. Queriendo andar despacio. Lograr agarrarte el brazo.
Soltar un jueves borracho. Caer sin hacer de macho. Perder, poco a poco el cacho. Y seguir pensando en el rancho. 
Y seguir soñando...     

Pablo.

NUNCA VOLVERÁ A SER LO MISMO

Mientras acudía, como cualquier otra noche, a la protección aislante de su casa, apuraba con esmero un cigarrillo recordando largas e inservibles esperas frente a un portal ajeno. El mercurio se acercaba a los 40 en una madrugada insufrible y el sudor, acumulado en sus profundas entradas, caía con criterio sobre la caliente calzada del lugar. Lloraba internamente mientras se jugaba la vida cruzando pasos de cebra en rojo recordando, en el fugaz paso de una ambulancia, que un nuevo ser llegaba al mundo. Olvidaba muchas cosas pero nunca aquella mirada. La familia del pequeño Isidro reía en el Hospital y la orina le punzaba al pararse en un callejón oscuro. Había vuelto a beber, en esta ocasión completamente solo. Nunca olvidará aquellas noches acompañado de Whisky, dando fin a la fiesta en el baño. Nunca olvidará las promesas incumplidas estampadas en papeles de un antro. Nunca olvidará lo bien recibido que era en aquel lugar. Y ahora, que nunca olvidará, nunca volverá a ser lo mismo.

Pablo.

EL PRIMER PURÉ

Su nacimiento fue horrible. A pesar de elaborado con todo el cariño del mundo, ni los inocentes consejos de la madre de ella ni la mala comunicación de él con la suya por aquel entonces pudieron dar con un resultado idóneo. Era feo de cojones. Su cometido, claro en aquellas circunstancias, se tornó difuso cuando todos lo contemplaron. Nadie sabía si aquello podría sobrevivir, pero la falta de materia prima tras tanto amor y esfuerzo puesto en él la obligaron a aceptarlo tal y como era. En la actualidad corretea por las largas calles de una ciudad lejana, sobre alfombras de pasión, lleno de vitalidad tras aquel inolvidable (por error) parto paleolítico. Probablemente jamás vuelva a verlo. Por lo menos no de aquella forma a caballo entre admiración y envidia. Era feo, sí, pero era de ellos, y con eso a él le bastaba.

Pablo.

GRACIAS, DE ANTEMANO

Volvía a su cómoda habitación, a su cama de limpias sábanas, después de haber pagado 40 euros por media noche en un hostal de mala muerte. Un hachazo que dolía en el bolsillo y no hizo herida en su persona,  ya que reforzaba esa fuerte relación con la almohada que le mantenía vivo. Soñaba con un despertar a oscuras, pero la maldita persiana no bajaba nunca y el sol lo animaba a levantarse con cuidado, manteniendo en secreto las purezas de un sprint que tenía perdido y que nunca reveló. Buscaba ser un valiente, por eso intentaba el roce con unos pies fríos dando patadas inconscientes antes de quedarse dormido. Se creyó, por irreal decreto, único. Nada más lejos de la realidad, se despertó una mañana desnudo, sin protección, buscando -de un lado a otro- una pizca de calor, encontrándose sobre un iceberg en el que la punta ya era más imponente que la parte sumergida. Vagó por el inframundo hasta la actualidad, consciente de un aniversario en el que no se soplaban velas. Dio las gracias por seguir vivo y siguió durmiendo. Quién sabe hasta cuando.

Pablo.

SE DESVANECIÓ

Sin imaginar que llegaría, un sólo instante me bastó para saber que ya no habría vuelta atrás. Todo se perdió en un camino difuso entre la niebla mate y varios amaneceres laborales. Cada noche de insistencia significó un suicidio psicológico que acabó en tragedia y todavía acaba de empezar. Las velas y la pluma, papel manchado de Rimmel, el olor del pasado. Sensaciones encontradas bajo un banco con la Cata de testigo, sueños rotos, nuevos sueños. Palabras vacías, carentes de significado, cargadas de un inocente veneno que ha calado hasta los huesos, debilitados por el frío invierno de los naufragios del olvido. Una esperada noticia que acaba de despertar cuatro jinetes de negro, persiguiendo cada noche un fantasma diferente que despierta entre las sombras con el minucioso golpe del segundero imperturbable. Se desvanecen los sueños, pero con ellos las pesadillas: Llega el buen tiempo.

Pablo.

TRAS LA RESACA

Boca pastosa de domingo que despide a visitantes autóctonos. Rutinas en capitales de estado, en ciudades del sur, del levante español. Dolor de cabeza aliviado por gente cercana. Risas analgésicas en días de fútbol histórico que hacen olvidar mareos pasados, momentos locos de la noche con finales trágicos, pero necesarios. Personas fugaces pero intensas y hermanos de vida, unidos por el destino y la casualidad. Saber elegir. Disfrutar de la vida. Pronto la calma se desvanecerá. Llega julio con aires de verano, con veraneantes que nos acompañarán hasta la traca final de fiestas, hasta el pitido final de un año complicado, meses inciertos de cordura desatada que, esperemos, enloquezca de alegría un día no muy lejano. Vuelan las crías por las calles de la villa, alegrando la mañana con sus cantos melódicos llenos de vida. Guiñará un ojo la luna cuando la mire a lo lejos, la noche en que recuerde los días de portaza. Una resaca imborrable.

Pablo.

CUANDO ESTABA CUERDO

Cuando estaba cuerdo nada me impedía sonreír. Cuando estaba cuerdo admiraba las sonrisas de la gente. Cuando estaba cuerdo poco analizaba a los demás, nadie me fallaba de verdad. Cuando estaba cuerdo los minutos eran fugaces y las horas tardaban días en morir. Todavía lo recuerdo y me admiro en la distancia. Cuando estaba cuerdo, no me preocupaba el respirar y sentía el aire fresco. Cuando estaba cuerdo. La locura se ha acercado en soledad, adaptándome a los cambios de la vida. Hay veces que necesito llorar y me importa cómo sonría la gente. ¿Hipocresía en general? Analizo a las personas con detalle y me doy cuenta de quién hace lo que dice. Aprovecho los segundos como antes las semanas, no envidio lo que fui, pero sí lo que se quedó en el camino, aquello que cuando estuve cuerdo acomodé pero que siempre he querido. La locura me ha dado la lucidez y la estupidez. Mientras antes era un estúpido indiferente, ahora sigo en una estupidez, pero consciente. Y eso no lo cambio por nada.

Pablo.  

CON MI TÍO

Charlas serias con trasfondo cómico. Piques inocentes entre genios compatibles. Mutuo respeto. Intentos vanos de conversión blanca que ofrecían lotes completos de temporadas invernales. Gruñidos serenos y canciones pegadizas que reclamaban comida, melodías alegres de homicidios vegetales. Sabios consejos e ideas claras. Severidad exterior compaginada con ternura interna, cualidad patente de quienes le conocían. Lengua rasurada con acierto en sus declaraciones, pocas veces era atrapada por los dientes. Figura ejemplar de tío querido, hasta en sus últimos días me mostró su carácter irónico-cascarrabias. Lejos quedan esos gratos momentos del pasado pero muy cercano es su recuerdo. Tan cercano como lo fue él con los que le quisimos, con los que todavía le queremos. Nostalgia de tenerte lejos, nostalgia de un pasado eterno, nostalgia de verte de nuevo. Aquellos que no te conocieron nunca sabrán lo que se perdieron, tío Jose.

Pablo.

DÍAS DE RADIO

Ocho meses de oportunidad radiofónica. Desvirgado de las ondas, enganchado a su esencia, agradecido a mis compañeros. Ocho meses de aprendizaje, de entrevistas y noticias, de fútbol sala en directo. Un año sin media dosis, sólo de auriculares, de receptor nostálgico. El futuro promete poco. Sólo el recuerdo me invita a seguir soñando con ella, con la radio. Con una redacción ochentera, de periodismo de verdad, con una plantilla bárbara, compañerismo y buena gente. De prisas hacia el estadio, de inicios electorales, de cafés y despertares con buenos goles. Remontadas épicas en domingos mágicos. Tensiones políticas de mañanas, estudios abiertos con gratas sorpresas, veteranos frente a los micros, aciertos técnicos. Largas jornadas entre Rubio y Mora, haciendo y deshaciendo, llegando a la hora. La radio por dentro, clima diferente. Calma y agobio. Sentir su fragancia y compartirla. Momentos inolvidables que siempre quedarán grabados en mi memoria. Espero que el tiempo sea breve y la radio, de nuevo, comience a envolverme.

Pablo.

ZARAGOZA

Probablemente, en su día, a Zaragoza le pitaron los oídos. Disfrutaba de sus calles, de su gente, de sus noches de juerga, de su compañía; de su cierzo. Disfrutaba sin saber realmente que lo hacía. Años de independencia en los días de trabajo, compartiendo las cuatro paredes que me acogieron con amigos de la infancia, con amigos en la actualidad. Cinco temporadas memorables, cinco años que convirtieron Latassa en mi calle y la Plaza San Francisco en mi barrio. Un lustro de aprendizaje, de nuevas amistades, de formación general. Horas entre fogones, ropas o guantes de látex. Días perros y momentos estresantes. Un día puede que te odiase. Hoy te extraño. Volvería a tu regazo sin pensármelo un instante. Volvería al ajetreo de tus calles incesantes. Partiría ahora mismo, bajo la tormenta económica que nos azota, a sentir el desagradable olor de tu industria. No me lo pensaría ni un momento, aún arriesgándome a llegar con retraso en el canfranero tras tres horas sin asiento. Hoy decido dedicarte estas líneas, Zaragoza.

Pablo.

NOCHES FRÍAS DE INVIERNO

Primeros años del nuevo siglo. Hace diez años más o menos cuando recibíamos con estupefacción la llegada de una nueva moneda, brillante y europea, que mandaba al olvido la tan añorada peseta española y otras muchas monedas de nuestros países vecinos (y no tan vecinos). Era la época en la que empezaron a salir los teléfonos móviles. ¿Quién no recuerda el famoso Alcatel One Touch Easy? ¿Y el Nokia 3210? Eran otros tiempos. Tiempos en los que no se hablaba de crisis. Tiempos en los que yo empezaba a salir, a echar esas primeras cervezas con limón a escondidas para volver a casa con un chicle en la boca a la hora indicada. Noches de pavos, de amiguismos y de nerviosismo ante las chicas. Pero sobre todo, eran tiempos de noches frías de invierno. Noches que llegaban pronto y te dejaban en casa, al calor del hogar, comprobando nuevas experiencias musicales de mano de tu Discman 'Antishock' o te entretenías con la Play Station hasta la hora de la cena. Eran los tiempos del instituto, de cero preocupaciones y de pasarlo bien. Momentos que, aunque parezcan de anteayer, se hacen lejanos. Años de vida, de buena vida.

Pablo.

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