Pablo Orleans - 03/03/2010 - Sigamos el ejemplo catalán -que no sirva de precedente, por cierto- y digamos no al "arte"de matar toros o, como lo llaman sus defensores, al toreo. Ni tradición, ni buen trato en vida del animal ni nada de nada. El toreo es un espectáculo atroz digno de siglos en los que la gente disfrutaba matando, viendo sufrir y regocijándose con litros y litros de sangre de por medio. Descendiente vivo de las luchas de gladiadores en Roma, los toros son un espectáculo sangriento sin compasión en el que la excusa de la tradición nutre los argumentos de quienes defienden el maltrato animal en público.
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En pleno siglo XXI, la sociedad no puede consentir según que prácticas y según que tradiciones. El garrote vil, los maltratos a mujeres, la explotación infantil o la exclavitud han sido, tradicionalmente, prácticas habituales hasta que la cordura y el sentido común y de la razón se impuso en las mentes retorcidas humanas y rechazaron todo aquello contrario al bienestar común. Se dejó de maltratar a los débiles para ayudarles y con ello intentar crear un mundo lo más justo posible. Se olvidaron algún que otro detalle.
Ahora les toca a los toros morir. Porque prefiero la desaparición de una especie que sobrevive gracias al arte de matar toros -otro de los argumentos que defienden los amantes a esta fiesta 'Nacional' repugnante- que su supervivencia a costa de una muerte dolorosa y llena de sufrimiento delante de cientos de mentes perversas que disfrutan viendo el dolor de un animal indefenso sucumbiendo al frío acero al que lo someten los toreros, rejoneadores, banderilleros, apoderados, picadores...
Que no me vengan con historias
Leo en El País que los aficionados a la tauromaquia en Cataluña se sienten perseguidos. Se quejan de que la gente le insulta y les escupe. No los disculpo, pero estoy seguro de que si dedicasen su actividad profesional a vender fruta en un mercadillo, a poner cafés en una cafetería o a rascarse los mismísimos en el sofá de su casa, en lugar de dedicarse a maltratar animales, y lo que es peor todavía, a ganar ingentes cantidades de dinero por hacerlo, nadie les diría nada. Pero como esto todo. Que ni en Cataluña ni en Sevilla ni, tampoco, en Madrid. Que ni lo de Tordesillas ni lo de Pamplona. Que se prohiba de una vez el gozo debido al sufrimiento. Que no se vuelvan a ver imágenes de toros sangrantes, malheridos y pereciendo en la tierra, doblando las rodillas en un ruedo saturado de personas sin corazón que lo único que quieren es sangre. Porque si no permitimos que nadie toque a su animal de compañía, otra acción vil y cobarde, tampoco debemos permitir una atrocidad como ésta. Un espectáculo medieval, vergonzoso en pleno siglo XXI.
Fuente | El País
Imagen | Natura - Medioambiental
deberia sentar precedente,seguir mas veces el ejemplo catalan,mucho mejor nos iria.
ResponderEliminarMe parece horrible que unos pobres animales tengan que sufrir semejante dolor, pot culpa de unos HDP que les gusta ver sufrir y dar este espectaculo tan inhumano a otros HDP...
ResponderEliminarEn pleno siglo 21 que tendríamos que cuidar a todos los animales en gral, de nuestro planeta, lo que estamos haciendo es todo lo contrario...
Asi de esta forma no vamos a llegar a ningun lado.Porque si a ciertas personas les gusta ver animales morir, entonces ver a seres humanos morir me parecer que tampoco les molestaria...
Ojala nuestro Señor haga pagar a cada una de esas personas que maltratan a estos y muchos mas animales...