Pablo Orleans - 02/03/2010 - Pocos segundos para dar un paso de gigante hacia atrás. Un retroceso inmenso equiparable a varios años en el que el crecimiento económico había catapultado al espigado país llamado Chile a la cabeza sudamericana y lo había convertido en un referente para todos aquellos estados que sueñan con algún día parecerse a los líderes de Europa y Norteamérica. Chile estaba en el buen camino. Caminaba con la cabeza alta y con buen paso hacia un futuro prometedor y la amenaza de una posible catástrofe natural personificada en un fatal terremoto parecía no sobrevolar los Andes ni las mentes de unos habitantes del Pacífico sur que, con optimismo, esperaban la llegada del nuevo Presidente electo para seguir con paso firme hacia un liderazgo mayor. Los 50 años que en Chile llevaban sin ver un movimiento sísmico de esta índole parecían haber apaciguado el temor de una gente acostumbrada a los temblores y a los movimientos tectónicos de la placa de Nazca, situada entre las placas Pacífica y Sudamericana.
Chile fue azotada por uno de los seísmos más fuertes de la historia.
Ahora, varios días después del terremoto, las imágenes que nos siguen llegando de algunos puntos del país chileno -esperemos que aislados- desentonan con la realidad que hasta hace unas semanas vivía una de las economías emergentes más sólidas del planeta. A día de hoy, algunas personas aprovechan el caos creado tras el seísmo para beneficiarse y conseguir bienes de tiendas, supermercados y centros comerciales y las instantáneas que podemos ver de algunas ciudades chilenas se asemejan a las de un país subdesarrollado en el que el pillaje y la lucha callejera está a la orden del día.
Pero que no se nos quede esta imagen de Chile. El país ha resistido a una embestida incontrolable de la Madre Naturaleza, ha aguantado con valentía a un latigazo inesperado de la Tierra y ha luchado de manera incontestable al sexto terremoto más duro de la historia, y de qué manera. 8'8 grados en la Escala de Richter y una cifra bastante baja de fallecidos. Hasta el momento, alrededor de 700 personas han perdido la vida como consecuencia del seísmo, una cifra elevada en condiciones normales pero que resulta 'agradablemente' baja tras conocer la intensidad y la fuerza con la que la Tierra azotó el país andino. Y es que, si nos fijamos en el número de víctimas que dejó el terremoto que asoló Haití hace un mes y medio, las diferencias entre la debilidad haitiana y la fortaleza chilena son evidentes. Con una magnitud de 7 grados en la Escala de Richter, el seísmo que removió la isla caribeña causó más de 200 mil muertes, una cifra escandalosa si la comparamos con la chilena: la gran diferencia entre el mundo desarrollado y el mundo pobre.
Fuente | El País
Imagen | The Big Picture
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