Pablo Orleans -09/02/2012- Aquellos que se enfrentan con valor a la fácil vida corrupta; aquellos que luchan con osada firmeza por suprimir los abusos políticos; aquellos que, con arrojo, suponen una molesta china en el ojo del habitual mangante político; ésos difícilmente conseguirán sus propósitos. Más de una decena de abriles deberá pasar Garzón paseando por la calle, sin otra ocupación que esperar a que sus 65 primaveras le jubilen oficialmente.
Imagen | Dominique Faget (AFP) El País |
Para eso todavía faltan ocho años. Ocho años condenado "a la pena de multa de catorce meses con una cuota diaria de 6 euros, con responsabilidad personal subsidiaria conforme al artículo 53 del Código Penal, y once años de inhabilitación especial para el cargo de juez o magistrado, con pérdida definitiva del cargo que ostenta y de los honores que le son anejos, así como con la incapacidad para obtener durante el tiempo de la condena cualquier empleo o cargo con funciones jurisdiccionales o de gobierno dentro del Poder Judicial, o con funciones jurisdiccionales fuera del mismo, así como al pago de las costas procesales, incluidas las de las acusaciones particulares". Eso sí, el Tribunal Supremo no condena al Juez Garzón "en cuanto a responsabilidad civil".
Hay algunos que roban. Hay algunos que matan. Unos pocos, sin embargo, intentan combatir las injusticias que otros pretenden esconder y que, definitivamente, esconden con éxito a unos ciudadanos cada vez menos ajenos al pitorreo gubernamental español. Ciudadanos, no obstante, desinformados, desarmados ante la amalgama protectora de pactos de silencio y encubrimiento empeñados en henchir con billetes morados sus ya más que suficientemente abultados bolsillos insaciables. Individuos con propósito social que en España se persiguen y castigan. Garzón ha sido el primero, pero no va a ser el último que mostrará las continuas vergüenzas de la clase política. No nos deben parar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario