Sueldazos vitalicios

Pablo Orleans -14/02/2012- La soga sigue en el cuello de millones de españoles y, mientras unos minúsculos hilos de aire consiguen traspasar la maltrecha tráquea de nuestros bolsillos, la clase política, ajena a los problemillas que afectan al ciudadano de a pie, al parado de larga duración, al autónomo cincuentón ahogado por los bancos y pillado por los impagos o al joven sin trabajo ni futuro esperanzador, se empecina en mantener lozanas sus billeteras y lustrosos a sus líderes.

Imagen | Desmotivaciones.es

Pactos de sangre entre rivales. Tratos de mutuo acuerdo para permanecer intocables mientras España entera se enzarza en una inútil lucha entre primos hermanos cada cuatro años. Parientes con el mismo afán de poder que utilizan a más de 45 millones de títeres anónimos en sus guerras dialécticas y demagógicas con el único y análogo fin de seguir llenando sus carteras.

Para muestra, un botón. "PSOE y PP se vuelven a unir para no limitar las pensiones de los expresidentes del Gobierno". Manda huevos. Mientras cinco millones de personas estrujan sus cinturones para llegar a fin de mes, mientras familias enteras pierden sus viviendas y se quedan en la puta calle, los cagatintas que un maldito día elegimos, chupan del bote público de por vida mientras ganan indecentes sueldos en el sector privado. Que si el señor González se levanta unos 200.000 euros anuales (80.000 de las arcas públicas), que el señor Aznar alrededor de 180.000 euros anuales (otros 80.000 de los españoles) y, el mismo caso, con el señor Rodríguez Zapatero que, de sus 150.000 euros anuales vitalicios, el cien por cien es dinero público.

Lo que pasa es que los españoles somos gilipollas. Obnubilados, embelesados, deslumbrados e, incluso, necesitados, la figura de un líder parece indispensable para nosotros. Haciendo el capullo y discutiendo de política en la calle, mientras son los propios rivales políticos los que se van juntos de cena a restaurantes de lujo y fiestas de guardar, tienen unas vacaciones de puta madre en los más recónditos y suntuosos paraísos del planeta y vivirán a nuestra costa el resto de sus abyectas vidas. A pesar de haber dejado el país patas arriba.