Pablo Orleans -13/05/2012- El 20 de noviembre es una fecha de la que España nunca se separará. Probablemente el día más feliz de la historia reciente de nuestro país, la muerte del dictador Franco marcó un antes y un después. Un punto de inflexión que arrancó un cambio social y económico colosal que, por lo visto, ha tenido caducidad. Vuelve la austeridad de aquellos 40 años del siglo pasado, vuelven nietos al poder y vuelve el afán de convertir a los españoles en pobres y analfabetos. Subidas masivas de impuestos y precios conjugados con recortes en las bases de nuestra sociedad: Sanidad y Educación.
Imagen | El País |
El PP, elegido por mayoría absoluta, que se dice pronto, con el respaldo de casi once millones de españoles tiene la total libertad de ejercer política sin oposición, en el más cercano ejemplo (por ideología) de cesarismo en democracia que hayamos vivido. Un poder ilimitado para hacer y deshacer, para volver a épocas feudales de caciquismo rural y diezmos a los señores. Recortes en Sanidad y Educación que, sumados a la áspera política económica, devuelven fantasmas del pasado en el que el analfabetismo y la pobreza interesaban a unos pocos en perjuicio de la gran mayoría.
Pero España, afortunadamente, cambió. Y ahora hasta se queja, hace huelgas y manifiesta. Ahora hasta expresa su malestar en multitudes sin miedo a represión (?). Ahora España ha reaccionado. Pero debe seguir haciéndolo, pues para los señores que ocupan más de la mitad del hemiciclo (y algunos más), las manifestaciones y huelgas de ayer son minucias que el tiempo cura y el viento relega al olvido. Porque si el pueblo no responde ante las injusticias y permite recortes en aspectos fundamentales en beneficio de la bankia, volveremos a un tiempo en el que los ricos eran pocos y los analfabetos muchos, dejando la educación para las clases más pudientes que, por otro lado, cada vez son menos.
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