Pablo Orleans -03/05/2012- Monarcas y gobernantes, banqueros y maleantes, gentuzas de blancos guantes sin conciencia ni decencia, sin escrúpulos y con vigencia. Borrascas juveniles, decepciones jubiladas y parados, todos varios, acusan la mala praxis de un devenir enfermizo, casi muerto, con diagnóstico reservado por aquellos que el dinero no lo compran con trabajo. Los de antes se aprovecharon del colocón aznariano, haciendo explotar la bomba del sector inmobiliario. Sin miramientos obreros, con las rosas marchitas por el suelo, nos dejaron una herencia avanzada sin un duro, sin un euro. Los que ahora nos obligan a aceptar estupideces, los mismos que hace unos meses desvalijaron el este prometiendo salvaciones de color inexistente, ésos que atrasan el mundo con medidas incoherentes, que ahogan a los de abajo auxiliando a los pudientes, a financieros urgentes sin pudor entre los dientes, blancos del presidente, del pasado y el presente.
Cuando todos, sin remedio, durmamos debajo de un puente, cuando sea inaguantable el olor putrefacto del desfalco, insostenibles cimientos de una sociedad que no ajusticia a los fuertes y, en cambio, remata a los endebles y aparta a los pocos honrados, no se preocupen señoras -y señores-, siempre nos quedarán los borbones, en sus vidas de safaris, de caza mayor, y menor, de yernos yermos, de mensajes navideños cargados de hipocresía, de millonadas de euros, más vinagre a las heridas.
Y si esto no es suficiente, no se sientan indignados, que siempre estará latente la presión del obispado. No aborten sin su permiso, no quieran ser inconscientes, cásense con las mujeres todos los hombres decentes. Agonicen en sus camas y sufran grandes calvarios, con la ayuda de un rosario celebrando aniversario. Ofrezcan ingentes cantidades a instituciones ancestrales llenas de oro, cantando todos a coro en sus miles de propiedades.
Miremos para otro lado, hagámonos los ingenuos, dejemos soga en el cuello y muramos ahogados. Son pocos muy poderosos que sin nosotros son nada, somos muchos mosqueados por tanta mamarrachada. Los que lo estamos pagando debemos alzar la voz, y decidir con tesón, con fuerza y convencimiento quiénes deben, en este momento, pagar con esta algarada, diciendo las cosas claras.
Y si esto no es suficiente, no se sientan indignados, que siempre estará latente la presión del obispado. No aborten sin su permiso, no quieran ser inconscientes, cásense con las mujeres todos los hombres decentes. Agonicen en sus camas y sufran grandes calvarios, con la ayuda de un rosario celebrando aniversario. Ofrezcan ingentes cantidades a instituciones ancestrales llenas de oro, cantando todos a coro en sus miles de propiedades.
Miremos para otro lado, hagámonos los ingenuos, dejemos soga en el cuello y muramos ahogados. Son pocos muy poderosos que sin nosotros son nada, somos muchos mosqueados por tanta mamarrachada. Los que lo estamos pagando debemos alzar la voz, y decidir con tesón, con fuerza y convencimiento quiénes deben, en este momento, pagar con esta algarada, diciendo las cosas claras.
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