Pablo Orleans -08/11/2012- Yo no tengo huerto. No tengo la suerte de comer todos los días de mi vida verduras y hortalizas frescas y buenísimas, pero sí a menudo. Y no tengo huerto, pero soy de pueblo y, en la gran mayoría de los pueblos, hay huertos. Y en los huertos hay vecinos, familiares y amigos con superávit de lechugas, pepinos, escarolas, borrajas, judías, pimientos, acelgas y tomates que no tiran: Se las dan a sus vecinos, familiares o amigos sin huerto. Y como yo no tengo huerto, tengo vecinos, familiares o amigos que sí. Y eso es un lujo. Por eso, cada vez que veo la típica bolsa con verduras y hortalizas del huerto de alguno de estos tres tipos de relaciones sociales, las cosas cambian. Piensas en una comida diferente, en una deliciosa cena natural y llena de sabor. Un orgasmo en el paladar en sí mismo.
Un huerto. | Infojardin.com |
Pero, a pesar de que cualquiera de los alimentos hortelanos que vecinos, familiares o amigos me regalan me encantan, desde el primero hasta el último, hay uno que, en su estación natural, es una debilidad. Rojos o rosáceos. Incluso alguno verde. Tomates. Increíble sabor del tomate fresco en un verano caluroso. Delicatessen para la boca y debilidad de muchos. A uno de mis hermanos no le gustan... Y lo que me gusta que no le gusten. Al otro, demasiado. Tomates, jitomates, tomaten, pomodori, tomatoes, tomàquets, pomidorai, tomater... Todos, y en todos los idiomas, los adoro. Pero que sean de huerto. Obstgarten, frutteto, orchard, hort, vaisių sodas, fruktträdgård...
Tomates. | Aprendiendocomocultivarmipropiahuerta.blogspot.com.es |
Y alguno de vosotros, fieles lectores, ante tal demostración de obsesiva veneración por los tomates de huerto en cualquiera de los idiomas en los que se nombre, quizá os preguntéis qué cojones pasa para que le dé tanto bombo a este glorioso fruto proveniente del Solanum lycopersicum, a esa baya muy coloreada cuando madura, típicamente de tonos que van del amarillento al rojo, debido a la presencia de los pigmentos licopeno y caroteno. Pues nada, que he comido tomates de compra en pleno invierno, tomates de un supermercado cualquiera y... son pura bazofia. Y lo siento por las grandes marcas de venta y distribución de tomates frescos fuera de temporada, pero vendéis unos tomates de mierda. Y dándole vueltas al coco mientras comía esas bolas de carne aguada roja con aceite y sal, me he acordado de muchos urbanitas. Sí, de vosotros, chicos y chicas de ciudad. Y he rezado por vosotros tres 'Padres Nuestros' y un 'Ave María'.
Tomateras o Solanum lycopersicum. | Infojardin.com
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Porque vale que muchos de vosotros, queridos amigos de ciudad, tenéis pueblo. No estáis inscritos en el Proyecto Aquarius y sois muy felices acudiendo -de vez en cuando- al pueblo de vuestros padres y abuelos a pasar un fin de semana o la semanita de rigor para las fiestas patronales de verano y poneros del revés entre los vermuts, las romerías y las peñas. Lo sé. Pero me da mucha pena y pienso mucho en vosotros cuando os imagino en vuestro sexto piso del centro comiendo un tomate que en su vida ha pisado un huerto. Y vuelvo a rezar. Porque vale que en las ciudades hay mogollón de ventajas, mogollón de cosas divertidas, de restaurantes, de tiendas, de servicios, de polución (en todas sus acepciones), de fiesta, de tías y de cuantas cosas se nos puedan ocurrir. Pero huertos, lo que se dice huertos, muchos no hay. Así que si algo he aprendido hoy, es que no hay que comer tomates de compra y que hay que llevarse bien con vecinos, familiares y amigos porque...
Yo no tengo huerto, pero soy de pueblo. Seguiré rezando por vuestros paladares.
(Y ahora, id a mirar las acepciones de 'polución'... (RAE) Que sé que os habéis quedado con la duda)
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