San Cobardín

Pablo Orleans -14/02/2011- Catorce de febrero de dos mil once. San Valentín, para la mayoría de los mortales con pareja, es un día de amor, de regalos, de 'buen rollo' con la pareja. Menuda gilipollez. La frase que afirma que el día de los enamorados es un invento de El Corte Inglés tiene mucha razón y la comparto completamente. El día de los corazones, de los ramos de rosas, de los besos y abrazos desmesurados, el día de la tregua amorosa en una rutina llena de gritos y discusión, esa aislada jornada en la que la crisis de pareja se arregla durante 24 horas y vuelve con más ahínco el 15 de febrero, es una completa y absurda tontería.

Un día en el que, dentro del inútil movimiento del amor, se obliga a las parejas ñoñas a regalar algo innecesario a la otra parte en un día marcado por el Real Decreto del imbecilismo. Un día que, por el bien de los comercios y las tiendas de este acojonante mundo, se puede definir como la mayor coacción a un ser humano de la historia junto con el día de Reyes (coacción al colectivo paterno por el 'bien' del infantil). 

Así, este interesante día se lo dedico yo a San Cobardín. A todos y todas aquellas personas que, fieles a su poca personalidad y capacidad de razonamiento, siguen las directrices marcadas por el colectivo comercial y les anima a comprar por comprar a una pareja de la que el resto del año no se acuerdan. San Cobardín, el santo de aquellos que no se atreven a oponerse a sus ñoñas parejas con ñoñas costumbres. San Cobardín, ese día en el que necios compran sin motivo alguno por tradición, porque lo dicen en la tele y porque... "¡además quedo bien!". Pues eso, que San Cobardín, ese santo de los compradores de corazones y rosas en un 14 de febrero, de los que se llevan por el pensamiento global de la imagen y el cursilismo. San Cobardín, ¿tu santo? El mío no, te lo garantizo.

     

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