Astro TV, basura televisiva

Pablo Orleans -22/03/2011- Inusualmente, la pasada noche se me hizo larga. La actualización de La verdadera ignorancia a horas intempestivas hizo que la luna fuese mi único testigo mientras los semáforos de la ciudad parpadeaban en ámbar a la espera de un coche perdido, impuntual o, simplemente, desubicado. Mientras escribía sobre este mismo teclado, la televisión continuaba con su nocturna programación al tiempo que yo la obviaba considerablemente. La Sexta, para más señas, mostraba redifusiones y anuncios. Anuncios y redifusiones. Acabé la pieza, apagué el ordenador y, cuando iba a retirarme a mis aposentos, comenzaba un programa que conocía pero que jamás había tenido el placer de disfrutar.

Astro TV, un espacio dedicado a la recepción de interminables llamadas telefónicas, daba sus primeras lecciones de telebasura en su comienzo. Alardeando de la rapidez de atención, Silvia, la presentadora oficial, recibía llamadas desesperadas de personas víctimas de enfermedades y problemas varios que ella solucionaba frente a una vela y consejos de pacotilla. Escoltada por dos ventanitas ocupadas por dos telefonistas llamadas Yudith y Motse, el programa avanzaba con 'normalidad', lecciones morales y fallos habituales de acierto ante los propios clientes.

Pero todo esto llegó a un clima esperpéntico con la llamada de la señora que hizo que apagase el televisor. No por ella, sino por la manera de actuar de las presentadoras. Así, Encarna sonó a través del teléfono con una entristecida voz. El motivo: su marido había fallecido hacía quince días. Ante esta situación, la tal Silvia empezó a dar consejos a Encarna diciéndole que no estuviese sola, que pensase en positivo y que se acompañase de sus seres queridos. Hasta ahora, todo más o menos normal, si no fuese porque probablemente -y como suele ocurrir con este tipo de programas- la señora Encarna recibirá dentro de unos días una macrofactura telefónica por el tiempo en espera. Lo mejor viene después. Tras sus megníficas sugerencias, Sílvia dio paso a una de sus compañeras (la tal Montse) para que diese a Encarna un mensaje de su marido. No me lo podía creer. Así, en la presentación la amiga Silvia dijo:

- ¿Cómo se llamaba nuestro marido? Quiero decir, tú marido.
- José -respondió Encarna-
- ¿Y sabemos si tenía apellidos? Quiero decir, nombre compuesto.
- José, José -reiteró Encarna-

Y así, con tanto atino y desparpajo dio paso a Montse que empezó a decir una serie de mensajes de su marido, a quien ayudaba desde 'el más allá' y un montón de tonterías varias que acabaron por desesperarme. Y es que me asombro, cada día, primero, con el nivel cultural de nuestra sociedad (que se deja embaucar y engañar por aprovechados de turno a los que únicamente les interesa el dinero aún dando falsas esperanzas a los ingenuos que llaman) y, segundo, por la continuidad de programas de esta índole que sobreviven todavía en el Siglo XXI a base de la inocencia, el dolor y la ignorancia de las personas. Me jode soberanamente que existan personas que sean capaces de jugar de esta manera con los sentimientos de la gente, dándoles esperanzas de recuperación de un cáncer de metástasis imposible de curar. Una pena. Recuérdenlo: Asto TV, basura televisiva.

Imágenes | Javierartiga.com | Tecnomaniatico