Pablo Orleans -30/03/2011- Mientras los rebeldes libios combaten en terrenos áridos, adelantan posiciones al tiempo que las retrasan, luchan por un futuro previsiblemente mejor y mueren por la libertad de la que muchos ni han olido de lejos, las grandes potencias mundiales se reúnen entre cómodos asientos de brillante cuero, largas mesas de cara sequoia y grandes salas repletas de obras de arte para decidir el futuro de un país que, ahora sí, debería decidir su porvenir en base a sus preferencias. Esto es, que una vez derrocado un temeroso Gadafi gracias a la oportuna intervención de la Organización de las Naciones Unidas, debe ser el pueblo libio con líderes libios (que los hay, aunque pocos) el que decida sobre su futuro y su transición sin -entonces- intermediación de ninguna potencia externa.
Llegados a este punto, ustedes dirán que cambio de opinión. Ni mucho menos. Mi opinión, clara como el agua y densa como el aceite, sigue favorable a la intervención militar (aérea) en el territorio libio. Ahora bien, lo que creo es que, una vez salvado el pueblo de Bengasi y liberada Libia de la opresión Gadafista, los demás países no pintamos nada en la progresión del país magrebí y deben ser ellos con sus políticos, su ejército y sus leyes los que decidan el camino que quieren seguir de aquí en adelante. Todo lo que venga después del derrumbe del poder de Muamar el Gadafi debe quedar aislado y sólo competente del pueblo libio y de nadie más.
Y para ello es necesaria la intervención de la ONU. La nueva estrategia de armar a los rebeldes en su causa para la lucha ante Gadafi la veo positiva. Los sublevados, con escaso, precario y arcaico armamento militar deben ser repuestos para hacer frente a un ejército leal provisto de -cada vez menos- 'poderosos' tanques, numeroso inventario armamentístico y un sinfín de ingenuos partidarios de la causa dictatorial. Que se ayude me parece extraordinario. Que se acabe con los regímenes déspotas de los países dictatoriales, de acuerdo. Pero que se intente encabezar una transición al gusto de occidente, no me parece lo más acertado. Cada uno con sus opiniones y EEUU en las de todos.
Imagen | El País
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Hombre, es algo aventurado afirmar que la presión de Gadafi ha terminado cuando ayer los rebeldes perdieron todo el territorio ganado en una semana. El ejército de Gadafi sigue siendo un ejército.
ResponderEliminarPor otro lado me pregunto si los aviones aliados bombardearán posiciones de los rebeldes en caso de que éstos con su supuesto asedio a Trípoli pusieran en riesgo vidas civiles con armas entregadas por Occidente. Armar a un bando es un arma de doble filo que puede volverse en tu contra. Un saludo, Afganistán.
El problema del plan es que no hay plan. Sigue sin haberlo porque la resolución 1973, a pesar de que está siendo estirada al máximo, da para lo que da. Y eso no incluye una guerra cuerpo a cuerpo ni matar a Gadafi. Sólo queda presionar diplomáticamente para que el régimen caiga por sí solo. Los rebeldes por sí mismos no podrán con él.
No me refiero a que Gadafi ya haya sido derrocado o esté a punto de hacerlo, precisamente porque sé -como digo en la segunda frase del post-, que "adelantan posiciones al tiempo que las retrasan". Lo que creo es que, en un supuesto que espero que se llegue a dar, tiene que ser el pueblo libio el que decida su futuro.
ResponderEliminarAnte la hipótesis de un asedio a Trípoli...ay, amigo, qué difícil lo tendrá entonces la alianza internacional para decidir qué hacer. De momento, vuelven a ser los leales los que ganan terreno. Aún queda conflicto para rato...